El virnes 28 sale a la venta la II Parte de
Los pilares de la tierra.
El título: Un mundo sin fin (1). El éxito está garantizado por el que tuvo la I Parte. Quiero homenajear a ésta, recordándola hasta donde permita la memoria. Los pilares de la tierra es una novela histórica del autor británico Ken Follett ambientada en Inglaterra en la Edad Media en los siglos XI-XII durante un período de guerra conocido como la Anarquía inglesa, aunque también recrea un viaje de peregrinación a Santiago de Compostela a través de Francia y España. El autor sorprendió con esta novela no sólo a sus lectores, ávidos de thrillers, sino también a sus editores. Fue publicada en 1989, y se convirtió en el mayor best-seller de Follett.
Algunas consideraciones o conclusiones: El mérito de esta novela es que a pesar de tener escasos valores literarios, pecar de anacronismos frecuentes y carecer de documentación más fidedigna sobre la época, consigue acaparar la atención del lector desde el principio y su voluminosa extensión no se hace insalvable. Me consta que este best-seller ha creado lectores. Y esto ya es razón más que suficiente para elogiarla. Yo, lo confieso, a pesar de las carencias señaladas también la he leído con fruición y pienso, sin rubor alguno, leer la II Parte aun a sabiendas del riesgo de que las expectativas pudieran verse defraudadas.
A pesar de ser una época oscura para el sexo femenino, Ken Follett introduce su mirada del siglo XX, con retratos de mujeres independientes, emprendedoras, audaces y cultivadas, con relevancia social y respetadas por los hombres, rasgos que podrían considerarse anacronismos o por lo menos improbables. Así, Aliena, la hija de un conde, cae en desgracia cuando su padre es capturado tras un asalto a su castillo, pero se impone a los hombres que se interponen en su camino, del mismo modo que Ellen lucha por la justicia y defiende su criterio ante la iglesia católica o su propio marido.
Tampoco es una novela genuinamente histórica al estilo de “El nombre de la rosa” de Humberto Eco, “Guerra y paz” de León Tolstoi, “El siglo de las luces” de Alejo Carpentier, “Los miserables” de Víctor Hugo, “Los hermanos Karamazov” de Dostoievsky. Cualquiera de ellas es infinitamente superior a la de Ken Follett, pero no son tan populares. La buena literatura, o sea la literatura a secas, es por fortuna abundante y está a disposición de cualquier lector mínimamente sensible. Quien la lee no queda igual después, no se limita a pensar que ha leído un libro que le gustó o lo impresionó, sino que nunca más pensará como antes: algo habrá mutado en su alma, se habrá acercado a los misterios de la vida real a través de los misterios de la ficción. Lo de Ken Follett es un logradísimo producto comercial que entretiene a un público amplio y variado. Un auténtico éxito de ventas.
Argumento: Un barco se hunde en Balfleur con todos los que viajaban. Un tiempo después, un juglar es ejecutado por un caballero, un monje y un sacerdote, acusado de un crimen desconocido. Su mujer, Ellen, les maldice a todos y se convierte en proscrita.
Tom Builder, arquitecto, recorre la Inglaterra del siglo XII buscando trabajo y una oportunidad de cumplir su sueño: emprender la construcción de una catedral. Las condiciones del viaje son penosas, a pie, con su mujer embarazada, su hijo Alfred y su hija pequeña, sin apenas dinero, con un cerdo que piensan vender para obtenerlo y poder pasar el invierno. Pero son atacados por proscritos que roban el cerdo y hieren a su hija pequeña.
En medio del bosque, la mujer de Tom rompe aguas y se ven obligados a detenerse en un claro. Desgraciadamente, ella morirá en el parto, y en esas terribles condiciones y sin leche, el bebé no podrá sobrevivir. Se ven obligados a abandonarlo sobre la tumba de su madre. Tom siente remordimientos y acaba volviendo a por él, pero pronto descubre que ha sido acogido por los monjes de un priorato. Phillip, el prior de Kingsbridge, se encargará de su educación.
Tom, aún dolido por la pérdida de su mujer, establecerá relación con Ellen y se convertirá en padre adoptivo de su hijo Jack. Cuando llegan al priorato, piden asilo por un día. Jack, apenas un niño, sabe que si Tom no encuentra trabajo acabarán muriendo de hambre. Se escapa por la noche y, entrando por el hueco de una torre en ruinas, pega fuego al tejado de la vieja catedral de Kingsbridge.
Philip es un hombre con una cierta forma ingenua de ambición. A pesar de las dificultades económicas, acabará emprendiendo la construcción de una nueva catedral sobre las ruinas de la incendiada. Tom, y después el propio Jack, se encargarán del proyecto. Como el pueblo pertenece al conde de Shiring (William Hamleigh), y éste, no quiere permitir la construcción de la catedral, ya que le supondría varios problemas: la ciudad más importante del condado perdería esplendor, y la población disminuiría, ya que irían a la construcción de la catedral, también permitiría que su enemigo, el prior se saliese con la suya, y eso no puede permitírselo, así que intentará hacerle la vida imposible.
Como Philip no consigue que la construcción de la catedral avance, decide ir a ver al rey, éste le da derechos para talar la madera del bosque para los andamios, sacar piedra de la cantera para las paredes y permiso para la creación de un mercado, que le permitiría obtener dinero para pagar a los obreros, pero al conseguir todo esto se gana dos grandes enemigos: William Hamleigh, porque no se sale con la suya y Waleran Bigod, porque quiere construirse un castillo y convertirse en el sheriff del condado, pero como Philip se lleva los derechos de la cantera y del bosque inflige un duro golpe a Waleran.
A partir de entonces los dos se aliarán para impedir que Philip haga todo lo que se proponga, invitan al obispo para que vea que las obras no avanzan, y al llegar ven que Philip ha conseguido que miles de hombres trabajen, intentan impedir que llegue piedra de la cantera mediante una matanza. Philip va a hablar con el rey y consigue los derechos de la cantera, intentan acabar con él, atacando el pueblo varias veces, una de ellas durante la fiesta del vellón, incendiando el pueblo y matando a la gente, y otra asaltando la ciudad para provocar una matanza, pero la astucia supera a la fuerza, y Philip consigue que todo se solucione y prosigue con la construcción de la catedral.
Durante toda la novela se intenta descubrir quién es el pobre hombre ahorcado al principio del libro y se descubre que hacía 50 años, en 1120 un barco en el cuál viajaban los príncipes y una gran cantidad de nobles se hundió misteriosamente, todos murieron, pero se salvó una persona, un juglar, el cual nada más llegar a tierra fue al castillo más próximo, con tan mala suerte, que en ese castillo estaban los nobles que habían participado en el asesinato. Para deshacerse de él, le acusaron de un robo y fue ahorcado, pero como el mundo es pequeño, el hijo del juglar es Jack, el maestro constructor de la catedral y los tres hombres que acusaron al juglar eran el padre de William, el anterior prior de Kingsbridge y Waleran Bigod. Los dos están muertos, pero Waleran no, así que después de 50 años fue acusado, y perdió todo lo que había conseguido: poder y riqueza. William es acusado y ahorcado por el asesinato del padre de Aliena.
Algunas consideraciones o conclusiones: El mérito de esta novela es que a pesar de tener escasos valores literarios, pecar de anacronismos frecuentes y carecer de documentación más fidedigna sobre la época, consigue acaparar la atención del lector desde el principio y su voluminosa extensión no se hace insalvable. Me consta que este best-seller ha creado lectores. Y esto ya es razón más que suficiente para elogiarla. Yo, lo confieso, a pesar de las carencias señaladas también la he leído con fruición y pienso, sin rubor alguno, leer la II Parte aun a sabiendas del riesgo de que las expectativas pudieran verse defraudadas.
A pesar de ser una época oscura para el sexo femenino, Ken Follett introduce su mirada del siglo XX, con retratos de mujeres independientes, emprendedoras, audaces y cultivadas, con relevancia social y respetadas por los hombres, rasgos que podrían considerarse anacronismos o por lo menos improbables. Así, Aliena, la hija de un conde, cae en desgracia cuando su padre es capturado tras un asalto a su castillo, pero se impone a los hombres que se interponen en su camino, del mismo modo que Ellen lucha por la justicia y defiende su criterio ante la iglesia católica o su propio marido.
Tampoco es una novela genuinamente histórica al estilo de “El nombre de la rosa” de Humberto Eco, “Guerra y paz” de León Tolstoi, “El siglo de las luces” de Alejo Carpentier, “Los miserables” de Víctor Hugo, “Los hermanos Karamazov” de Dostoievsky. Cualquiera de ellas es infinitamente superior a la de Ken Follett, pero no son tan populares. La buena literatura, o sea la literatura a secas, es por fortuna abundante y está a disposición de cualquier lector mínimamente sensible. Quien la lee no queda igual después, no se limita a pensar que ha leído un libro que le gustó o lo impresionó, sino que nunca más pensará como antes: algo habrá mutado en su alma, se habrá acercado a los misterios de la vida real a través de los misterios de la ficción. Lo de Ken Follett es un logradísimo producto comercial que entretiene a un público amplio y variado. Un auténtico éxito de ventas.
Argumento: Un barco se hunde en Balfleur con todos los que viajaban. Un tiempo después, un juglar es ejecutado por un caballero, un monje y un sacerdote, acusado de un crimen desconocido. Su mujer, Ellen, les maldice a todos y se convierte en proscrita.
Tom Builder, arquitecto, recorre la Inglaterra del siglo XII buscando trabajo y una oportunidad de cumplir su sueño: emprender la construcción de una catedral. Las condiciones del viaje son penosas, a pie, con su mujer embarazada, su hijo Alfred y su hija pequeña, sin apenas dinero, con un cerdo que piensan vender para obtenerlo y poder pasar el invierno. Pero son atacados por proscritos que roban el cerdo y hieren a su hija pequeña.
En medio del bosque, la mujer de Tom rompe aguas y se ven obligados a detenerse en un claro. Desgraciadamente, ella morirá en el parto, y en esas terribles condiciones y sin leche, el bebé no podrá sobrevivir. Se ven obligados a abandonarlo sobre la tumba de su madre. Tom siente remordimientos y acaba volviendo a por él, pero pronto descubre que ha sido acogido por los monjes de un priorato. Phillip, el prior de Kingsbridge, se encargará de su educación.
Tom, aún dolido por la pérdida de su mujer, establecerá relación con Ellen y se convertirá en padre adoptivo de su hijo Jack. Cuando llegan al priorato, piden asilo por un día. Jack, apenas un niño, sabe que si Tom no encuentra trabajo acabarán muriendo de hambre. Se escapa por la noche y, entrando por el hueco de una torre en ruinas, pega fuego al tejado de la vieja catedral de Kingsbridge.
Philip es un hombre con una cierta forma ingenua de ambición. A pesar de las dificultades económicas, acabará emprendiendo la construcción de una nueva catedral sobre las ruinas de la incendiada. Tom, y después el propio Jack, se encargarán del proyecto. Como el pueblo pertenece al conde de Shiring (William Hamleigh), y éste, no quiere permitir la construcción de la catedral, ya que le supondría varios problemas: la ciudad más importante del condado perdería esplendor, y la población disminuiría, ya que irían a la construcción de la catedral, también permitiría que su enemigo, el prior se saliese con la suya, y eso no puede permitírselo, así que intentará hacerle la vida imposible.
Como Philip no consigue que la construcción de la catedral avance, decide ir a ver al rey, éste le da derechos para talar la madera del bosque para los andamios, sacar piedra de la cantera para las paredes y permiso para la creación de un mercado, que le permitiría obtener dinero para pagar a los obreros, pero al conseguir todo esto se gana dos grandes enemigos: William Hamleigh, porque no se sale con la suya y Waleran Bigod, porque quiere construirse un castillo y convertirse en el sheriff del condado, pero como Philip se lleva los derechos de la cantera y del bosque inflige un duro golpe a Waleran.
A partir de entonces los dos se aliarán para impedir que Philip haga todo lo que se proponga, invitan al obispo para que vea que las obras no avanzan, y al llegar ven que Philip ha conseguido que miles de hombres trabajen, intentan impedir que llegue piedra de la cantera mediante una matanza. Philip va a hablar con el rey y consigue los derechos de la cantera, intentan acabar con él, atacando el pueblo varias veces, una de ellas durante la fiesta del vellón, incendiando el pueblo y matando a la gente, y otra asaltando la ciudad para provocar una matanza, pero la astucia supera a la fuerza, y Philip consigue que todo se solucione y prosigue con la construcción de la catedral.
Durante toda la novela se intenta descubrir quién es el pobre hombre ahorcado al principio del libro y se descubre que hacía 50 años, en 1120 un barco en el cuál viajaban los príncipes y una gran cantidad de nobles se hundió misteriosamente, todos murieron, pero se salvó una persona, un juglar, el cual nada más llegar a tierra fue al castillo más próximo, con tan mala suerte, que en ese castillo estaban los nobles que habían participado en el asesinato. Para deshacerse de él, le acusaron de un robo y fue ahorcado, pero como el mundo es pequeño, el hijo del juglar es Jack, el maestro constructor de la catedral y los tres hombres que acusaron al juglar eran el padre de William, el anterior prior de Kingsbridge y Waleran Bigod. Los dos están muertos, pero Waleran no, así que después de 50 años fue acusado, y perdió todo lo que había conseguido: poder y riqueza. William es acusado y ahorcado por el asesinato del padre de Aliena.
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(1) Un mundo sin fin está ambientada en la misma ciudad de Kingsbridge, dos siglos después de la construcción de la mejestuosa catedral gótica. La catedral y el priorato vuelven a formar la base de esta historia de amor y de odio, de ambición y de venganza con el fondo amenazador de la Peste Negra que aniquiló a la mitad de la población europea.
(1) Un mundo sin fin está ambientada en la misma ciudad de Kingsbridge, dos siglos después de la construcción de la mejestuosa catedral gótica. La catedral y el priorato vuelven a formar la base de esta historia de amor y de odio, de ambición y de venganza con el fondo amenazador de la Peste Negra que aniquiló a la mitad de la población europea.
Fuentes: Google, Wikipedia...
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