domingo, diciembre 16, 2007

HABLAR DEL TIEMPO ES LA SOLUCIÓN PARA DEMOSTRAR LA PROPIA IMPOTENCIA CREATIVA

La divergencia en la apreciación del tiempo se admite sin sectarismo alguno

El tiempo es un tema recurrente. Cuando entras en un ascensor y te sientes un tanto confundido por la presencia de otras personas, amén de una cierta claustrofobia, sugerir el tema del tiempo que hace puede ser la solución. Por dos razones fundamentales, porque el tiempo está como una cabra y sus veleidades son motivo más que suficiente para la conversación y porque el tiempo suele suscitar coincidencias: todos nos quejamos de él. Lo del cambio climático no precede en estas circunstancias. El tiempo da poco de sí, aunque vivas en el 6º. De eso ya se ocupa el señor Gore. No sé qué habría ocurrido si hubiese llegado a alcanzar la Casa Blanca. ¿Estaría tan beligerante a cuenta del problema ecológico, global, medioambiental y apocalíptico?

El tiempo no es tema exclusivo del ascensor. En cualquier tertulia se habla del tiempo y aunque los comentarios son los tópicos de siempre, simulamos escucharlos por primera vez. Asentimos y disentimos, pero en pocos temas la divergencia es admitida sin sectarismos como en el del tiempo. Caben todas las opiniones. La culpa de esta disparidad de criterios es...del tiempo. ¿De quién si no?

Recuerdo que mi abuelo paterno– ahora viene la “batallita” consabida- escuchaba el parte meteorológico que se daba por la radio con un interés que rayaba en lo reverencial. Era difícil entender aquella preocupación tan personalizada por el tiempo que iba a hacer al día siguiente. Se comprendería si tuviese pensado salir de casa y enfrentarse a los elementos, la ventisca, el cierzo, la lluvia, el granizo. Pero en aquel entonces ya estaba más que retirado de los menesteres laborales. Y siempre se quejaba de la lluvia. Nunca era suficiente. El secano tiene estas cosas...

Cuanto más viejo se es, o sea, cuanto menos tiempo nos queda, más interés nos tomamos por los avatares del tiempo, lo cual debe tomarse como una coquetería más de la edad que no acaba de resignarse a aquello de que el tiempo es limitado y se comienzan a ver las orejas al lobo...

Podría seguir reseñando una y mil circunstancias en que procede hablar del tiempo, pero no hay que agotar el repertorio por si en algún momento hay que echar mano de él.

Incluso, cuando te encuentras con la obligación autoimpuesta de escribir en tu blog cada día, la recurrencia de hablar del tiempo puede ayudarte. A falta de otra idea mejor, bueno es el tiempo. El tema da mucho de sí, pero tampoco hay que abusar...

1 comentario:

  1. En realidad es una forma de escapar de la conversación, o de la losa que supone la comunicación como algo impuesto. ¿Queremos rechazar la comunicación? Ergo, hablamos del tiempo.

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