MIQUEL ROCA I JUNYENT, (1940), abogado, profesor universitario, uno de los Padres de la actual Constitución Española, fue Secretario General de CDC, portavoz de CiU durante varias legislaturas en el Congreso de los Diputados, candidato en las Elecciones Generales de 1986 por el Partido Reformista Democrática y Concejal del Ayuntamiento de Barcelona. En la actualidad, se dedica a la asesoría jurídica a través de su despacho Roca Junyent Abogados Asociados, que fundó en 1996, y que ha pasado a ser uno de los quince despachos más importantes de España.
[Hoy, me limito a reproducir un resumen del artículo que publica en La Vanguardia (5-2-2008) ]
Votar en libertad.- Miquel Roca Junyent
Votar en libertad.- Miquel Roca Junyent
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No voy a entregar mi voto a cambio de un cheque. No manifestaré con el voto mi condena al terrorismo porque esto no sería novedoso: lo vengo haciendo desde las primeras elecciones democráticas. Ni, de otra parte, esto sería un elemento diferencial: todas las fuerzas políticas democráticas coinciden, demagogias aparte, en idéntica voluntad.
No votaré por miedo ni con miedo. No quiero dar a mi voto ningún especial dramatismo, tan injustificado como oportunista. No otorgaré mi voto desde el olvido o la ignorancia. Ni olvidaré lo que se ha hecho, desde el Gobierno o la oposición, para defender el progreso del país, ni podré ignorar las promesas incumplidas o los errores cometidos.
No será un voto conformado, impotente y triste. No quiero conformarme, ni acepto la impotencia como excusa ni la tristeza como horizonte. No será un voto ciego ni sordo. Será un voto que habrá visto y oído; que retiene las imágenes de lo ocurrido y los ecos de las palabras que se han dicho.
No voy a dar mi voto para retroceder en la historia. Para volver de donde salimos, cuando hemos demostrado que allí se encontraban los peores vicios de nuestra historia.
No quiero que mi voto sirva para derrotar a nadie; ya hemos avanzado demasiado para depositar en la derrota del adversario la satisfacción por no haber sabido ganar en positivo. No será con mi voto con el que vayan a destruirse puentes de diálogo y escenarios de pacto.
No será mi voto la expresión de una falta de respeto por los que se manifiesten de distinta manera. Hemos luchado demasiado para aprender esta asignatura, como para olvidarla tan rápidamente. Un voto sin respeto no puede aspirar a ser respetado. No quiero que mi voto sea instrumentalizado al servicio de la división radicalizada entre bandas irreconciliables. No será mi voto el que abone y refuerce la leyenda de las dos Españas.
No votaré para evitar las penas eternas del infierno o para ganar el cielo. Sería demasiado fácil. No será el mío un voto sin libertad, con miedo, sin respeto. Votaré desde y por la libertad; sin y contra el miedo; desde el respeto y para el respeto. De todos.
No votaré por miedo ni con miedo. No quiero dar a mi voto ningún especial dramatismo, tan injustificado como oportunista. No otorgaré mi voto desde el olvido o la ignorancia. Ni olvidaré lo que se ha hecho, desde el Gobierno o la oposición, para defender el progreso del país, ni podré ignorar las promesas incumplidas o los errores cometidos.
No será un voto conformado, impotente y triste. No quiero conformarme, ni acepto la impotencia como excusa ni la tristeza como horizonte. No será un voto ciego ni sordo. Será un voto que habrá visto y oído; que retiene las imágenes de lo ocurrido y los ecos de las palabras que se han dicho.
No voy a dar mi voto para retroceder en la historia. Para volver de donde salimos, cuando hemos demostrado que allí se encontraban los peores vicios de nuestra historia.
No quiero que mi voto sirva para derrotar a nadie; ya hemos avanzado demasiado para depositar en la derrota del adversario la satisfacción por no haber sabido ganar en positivo. No será con mi voto con el que vayan a destruirse puentes de diálogo y escenarios de pacto.
No será mi voto la expresión de una falta de respeto por los que se manifiesten de distinta manera. Hemos luchado demasiado para aprender esta asignatura, como para olvidarla tan rápidamente. Un voto sin respeto no puede aspirar a ser respetado. No quiero que mi voto sea instrumentalizado al servicio de la división radicalizada entre bandas irreconciliables. No será mi voto el que abone y refuerce la leyenda de las dos Españas.
No votaré para evitar las penas eternas del infierno o para ganar el cielo. Sería demasiado fácil. No será el mío un voto sin libertad, con miedo, sin respeto. Votaré desde y por la libertad; sin y contra el miedo; desde el respeto y para el respeto. De todos.
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