Hoy, no sé por qué, el mal tiempo me invita a hacer lucubraciones pseudofilosóficas: Nos juramos o prometemos amor y amistad eternos. "Que dura hasta el postrero parosismo" (Quevedo)."La amistad es un alma que habita en dos cuerpos; un corazón que habita en dos almas" (Aristóteles). O la frase convencional: "Hasta que la muerte nos separe"... Son como fuegos de artificio ¡Cuántas y bellas páginas se han llenado con estos mitos hiperbólicos! Estos sentimientos, protagonistas seculares de ficciones poéticas, se enaltecen y dignifican, si cabe, todavía más con estas palabras. Luego, la realidad cotidiana nos sitúa en los hechos. Y estos resultan ser, las más de las veces, frustraciones, desengaños, rupturas, olvidos, cuando no, odios. Así y todo, necesitamos de estas mentiras piadosas o de estos tópicos literarios para sublimar algo tan cuestionado y complejo como es el amor y la amistad. La sinceridad y la realidad, con frecuencia, nos abruman. Las mentiras son más generosas y divertidas, Por eso nos las creemos. Algunos las llaman creencias necesarias. No son verdaderas en el plano teórico, pero resultan útiles a la comunidad. No sé que filósofo decía que tales mitos son útiles para la conservación del buen orden social porque los seres humanos no están preocupados por la verdad, sino por su propia conservación.
A lo mejor, todo eso de la providencia y tal es más de los mismo... No sé. Me temo que el susodicho mal tiempo, que sigue alterado, me está gastando una mala jugada...
A lo mejor, todo eso de la providencia y tal es más de los mismo... No sé. Me temo que el susodicho mal tiempo, que sigue alterado, me está gastando una mala jugada...
No hay comentarios:
Publicar un comentario