Nunca he tenido mucho afecto por los animales domésticos. Algunos los llaman “mascotas”, nombre que se me antoja un tanto cursi... Siempre me fijaba más en los problemas que acarrean que en los beneficios que comportan. Algo tendrán, pensaba, pero no iba más allá. Hasta que la conocí a ella. Me refiero a Pitiusa, una gata singular. De entrada no se llamaba Pitusa como otras muchas. Su nombre tiene una vocal más y los que entienden dicen que viene del griego “pytis” que significa pino y algún listillo ha llegado a decir que viene del catalán que se habla en la isla de Formentera. Esas disquisiciones etimológicas le dan una prestancia y una actitud claramente diferenciadas del común de las gatas. Por ejemplo, cuando viene su dueña, la Sra. Águeda, dilata las pupilas, aunque sea de día, como si estuviera nerviosa y se tiende en el suelo, casi acurrucada, las orejas hacia atrás y con la cola blanquinegra pegada al cuerpo. Las vecinas de la Sra. Águeda, que presumen de saber de gatos, perros y animales de corral, dicen que la gata está asustada. Por algo será. Y miran de soslayo a la Sra. Águeda... Pero no le dicen nada porque les desorienta mucho que la tal Pitiusa acompañe a su dueña dondequiera que vaya, al corral, al huerto, al lavadero. Y hasta iría a la Iglesia si no fuera porque la Sra. Águeda le señala con gesto imperativo la gatera de la casa, mientras se acaba de colocar el velo... Las vecinas, cuando barren la calle, comentan estas contradicciones de la gata. Asustada, pero fiel. Así es la PitiusaTras la muerte de la Sra. Águeda, la casa se cerró a cal y canto. Y no se supo nada más de la gata. Hasta que Severino el alguacil, que también hace las veces de enterrador, encontró el cadáver del felino junto a la tumba de la Sra. Águeda. Severino, que además ejercía de pregonero, exaltado por el hallazgo, explicó con tonillo de bando que la gata murió con la cola erguida. Señal inequívoca de que estaba relajada y tranquila. Eso dicen los que entienden de gatos. Yo, desde que me contaron esta historia, los miro con otros ojos porque ya no dudo de una cosa: además de ser gatos, algunos tienen corazón...
P.D.:Si fuera Augusto Monterroso habría escrito: “La Sra. Águeda, al despertar en el otro mundo, se encontró con Pitiusa”. Pero es evidente que no lo soy.
Más sobre microrrelatos:Post del 10-I-08 de este mismo blog: http://lperezcerra.blogspot.com/2008/01/la-moda-de-los-microrrelatos.html
Hola de nuevo Luis Antonio:
ResponderEliminarPrimero gracias por visitarme y por el comentario de hecho ya te he dejado un comentario en la entrada que hice en aragonés.
Ahora centrándome en la narración que haces sobre los gatos, te puedo decir que sobre psicología gatuna (llamémosle así) algo sé pués tengo 4 angoras y el dicho que dicen de que "los gatos son independientes" no es nada cierto, se comportan de acuerdo con el trato que les dés , en casa dependen mucho de los amos por lo menos los mios, y es más cuando incluso me encuentro mal, ellos también lo están, parece que intuyen como estás y te dán el cariño que necesitas en esos momentos. Saben cuando mi esposo vá a abrir la puerta y ya lo están esperando en la puerta, o cuando tienen ganas de jugar, te traen la pelota para que se la tires , he incluso yo diría que se comunican con monosílabos para decirte lo que quieren. Claro llevamos con ellos casi 15 años, son parte de la familia, y les dí el biberón cuando los compramos. En fín es todo un mundo....
De nuevo gracias por escribir como lo haces.
Y sí yo visito los diferentes blogs que tienes, y los disfruto.
Recibe un cordial saludo.
Excelente texto. Y me ha encantado la postdata :-))
ResponderEliminarUn beso,
B.