FORTUNATA: Triunfo de la humanidad sencilla frente a los que detentan el poder.

Ana Belén interpretó el papel de Fortunata

en la película "Fortunata y Jacinta"

Hay numerosos personajes literarios que me han fascinado. Hoy voy a referirme a Fortunata, personaje de la novela de Pérez Galdós titulada Fortunata y Jacinta. El auténtico protagonista de esta novela es el pueblo madrileño, pero podríamos considerar que éste se encarna en la espléndida figura de Fortunata. Guapísima chula, pobre y enamorada apasionadamente de Juanito Santa Cruz, marido de Jacinta, la “señora de clase bien”. Juanito es inteligente, guapo, rico y golfo. El matrimonio de conveniencia, el amor verdadero, la lucha de clases... este siempre ha sido un tema recurrente en la vida real y por eso lo aborda Galdós. Tras una etapa de borrascosas aventuras, habiendo malvivido con diversos hombres que la maltrataban, Fortunata, tras pasar una temporada en el convento de Las Micaelas, para reformarse, se casa por escarnio con un personaje ridículo, incapaz y canijo que se llama Maximiliano Rubín. Boticario de profesión, de nombre pomposo, pero dudosamente apto para desempeñar el papel de marido, es un personaje patológico que merece un estudio personalizado. Fortunata es sencilla, sin recovecos espirituales, totalmente enamorada del insípido señorito Santa Cruz del que tiene un hijo, y a cuyo lado se siente la verdadera mujer, más que la exquisita Jacinta que, sabedora de su esterilidad, tiene un gesto sereno de perdón comprensivo ante el triunfo de su rival. Fortunata simboliza el triunfo de la humanidad de los personajes sencillos frente a los que representan el poder. A Fortunata le basta apenas un rasgo para asumir la realidad viva de tantos personajillos, trasladándola al núcleo del argumento: una sola pincelada, la chulapona sorbiéndose un huevo y llamando a gritos por la escalera deja ya en marcha todo un papel. Fortunata tiene a su hijo pero llena de celos provoca una riña con la nueva amante que la llevará a la muerte no sin antes haber entregado el hijo a Jacinta, que considera que es hijo suyo pues lo ha tenido con dolor. Lástima que Galdós le tenga reservado una función dramática: por eso ha de morir, desencadenando el nudo de la acción, después de haber sido el genio de todo un mundillo que debe continuar idéntico en sus acciones repetidas y sus fisonomías acuñadas. Fortunata casi es más un símbolo típico que una persona concreta, arbitraria e inagotable en los repliegues de su carácter. Ahí está su grandeza.