NEGOCIACIÓN CON ETA, ¿POR QUÉ NO?

La primera obligación de todo gobernante es evitar muertes inútiles. Cualquier acción que pueda alcanzar este objetivo debe tenerse en consideración. Estoy de acuerdo con todos los intentos de negociación, aunque fallidos, que distintos gobiernos han llevado a cabo con la organización terrorista ETA. Lamento, como todos, el fracaso de los mismos. Tras estas malas experiencias, puede sonar a herejía volver a desenterrar el tema de la negociación. Pero uno ha de ser coherente con sus principios y dejar de lado lo que puedan pensar los demás. Yo siempre he creído más en la fuerza de la razón que en la razón de la fuerza. A los familiares de las víctimas, piensen lo que piensen, no les reprocho absolutamente nada. Los comprendo. Sin embargo, la derecha que representa el PP , el foro de Ermua y bastantes sectores de la Iglesia instrumentalizan a estos familiares y demonizan todo intento de diálogo. Muchos han olvidado que la negociación siempre ha pertenecido a la más constante tradición de la Iglesia. Supongo que, además de desconfiar de los interlocutores de uno y otro lado, temen que el precio a pagar sea excesivo. Y hasta es posible que les asuste, espero que no, que dicha negociación conduzca definitivamente al abandono de las armas y los laureles sean para los otros. En el supuesto de que se llegara a buen puerto, ojalá, lo ético sería que ninguno se arrogase el mérito en exclusiva y que todos celebráramos el éxito. (No me olvido de que el Sr. Zapatero también cometió el grave error en el segundo debate con el Sr. Rajoy de comparar las víctimas de una y otra legislatura, atribuyéndose el mérito de las pocas que han habido durante su gobierno reciente. Deplorable, también).

Por supuesto que cuando avalo la negociación no es sin condiciones. No hay que ir a ella con candidez de paloma, ni olvidar las experiencias fallidas, ni pagar un precio inasumible. Eso sería reconocer que por la fuerza se consigue todo. De ninguna manera. Tiene que haber transparencia de lo que se ofrece a cambió del abandono incondicional de las armas. Supongo que poco más se puede conceder, aparte de acercar los presos a Euskadi y facilitar la integración en la vida social y laboral de aquellos etarras que no tengan delitos de sangre ni condenas que cumplir. Por supuesto, también se han de legalizar los partidos que, sean cuales sean sus objetivos, respeten el juego democrático auspiciado por la Carta Magna y rechacen la violencia sin paliativos de ninguna clase. La lástima es que temas de esta envergadura se aborden últimamente de forma partidista y no se consideren temas de Estado...

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La Vanguardia (8-II-08): "Todo sería hoy más fácil y mucho menos terrible, si a lo largo de la legislatura el terrorismo, como ya ocurrió en el mandato 2000-2004, no se hubiese convertido en el gran caballo de batalla. Todo sería hoy mejor, si José Luís Rodríguez Zapatero, empeñado en ser el gran protagonista de una legislatura 'heroica', no hubiese llegado a la conclusión de que podía negociar el final de ETA sin el concurso del primer partido de la oposición. Y todo hoy sería mejor, por supuesto, si el grupo dirigente del Partido Popular –con José María Aznar a la cabeza, pues es él quien de verdad ha seguido mandando- no hubiese llegado a la conclusión de que bajo ningún concepto se podía permitir que el PSOE pusiese fin a ETA… El pecado principal de la legislatura está ahí: de cuerpo presente. La falta de grandeza que vuelve, vuelve y vuelve..."