Lo mejor de la actual campaña electoral es que sólo queda una semana. En septiembre me expresaba en estos términos: “A medio año de las próximas Elecciones Generales y ya ha comenzado la precampaña electoral. A un servidor se le hace eterno el período oficial establecido. Imagínense el entusiasmo que me embarga con el inicio más que prematuro de la próxima”. Efectivamente, llevamos medio año de campaña electoral. Es inadmisible. Mentiras, compraventa de votos, subasta de promesas, falta de soluciones, predicción de hecatombes, más pasado que futuro, descalificaciones y toda suerte de despropósitos. Las dos semanas oficiales llegan a resultar tediosas. ¿Para qué agobiar más al personal? Luego, según los resultados, se harán unas u otras lecturas del abstencionismo. Afortunadamente, sean cuales fueren los resultados, todos los partidos, delante de las cámaras, harán una lectura positiva. ¡Que desfachatez! Añoro la normalidad y la vuelta a la rutina cotidiana.
Esta noche, lunes 3 de marzo, se anuncia hasta la saciedad EL GRAN DEBATE entre los dos candidatos de los partidos mayoritarios. El verdadero debate es el de los cuatro años pasados. Hemos sido testigos de ese debate, hemos visto las actitudes de unos, los que están, y de otros, los que aspiran. Lo de esta noche, previsiblemente serán fuegos de artificio. Manipulado, programado, con monólogos cronometrados, sin atisbos de naturalidad y ausencia total de cuestiones imprevistas que puedan poner en un brete a los candidatos. Todo está organizado y pactado según las técnicas más depuradas del marketing. Cada candidato vende su producto. Hasta los centímetros del puño de la camisa que han de asomar de la manga, la anchura del nudo de la corbata y los grados del arco o del ángulo de las cejas han sido cuidadosamente estudiados por técnicos de imagen. ¡Qué horror! Los partidos pequeños no cuentan en las Generales. El Supremo rechaza el recurso interpuesto por IU, CiU y PNV para evitar la celebración del segundo “cara a cara” entre los candidatos de PSOE y PP a la Presidencia del Gobierno. El pluralismo político no cuenta. Si faltan escaños para tener mayoría se los compran y en paz. Todo tiene un precio y lamentablemente todos se dejan comprar. La tipología de los votantes está bastante definida:
1.- VOTANTES PARTIDISTAS: Son la mayoría. Tienen tomada la decisión de antemano. Suelen ser votantes interesados. Apenas reflexionan. Poco críticos y tienen un talante conservador tanto si votan al PP como al PSOE. Varios miles de ellos son militantes. Son leales, disciplinados y bastante sectarios. Ahora, son los únicos que acuden a los mítines. Lo tienen todo muy claro. (¡Qué envidia!)
2.- VOTANTES ESCÉPTICOS: Dudan mucho. Toman la decisión a última hora. Están informados. No son sectarios. Son muy responsables. Exigentes. Su número va en aumento.
3.- VOTANTES AUTÓNOMOS: Carecen de prejuicios y ataduras. Reflexionan. No se casan con nadie. Ven defectos y virtudes de uno y otro. Son conscientes y deciden en cada caso con mucha independencia. Suelen desconcertar a sus interlocutores por su autonomía de criterio. Hay pocos, la verdad.
4.- VOTANTES EN BLANCO: Rechazan a todos los partidos, pero creen en la Democracia. Por eso votan. Activos. Están cerca de los escépticos. Van a más.
5.- ABSTENCIONISTAS: En este bloque, cada vez más numeroso, hay un poco de todo. Es un “cajón de sastre”. Pasotas. Comodones. No creen en la Democracia. Piensan que no vale la pena votar. No se sienten implicados. Están desengañados de todos los partidos. Es el bloque más heterogéneo, sin duda. Por eso, todos hacen lecturas interesadas de sus dimensiones.
Lo curioso del caso es que toda esta campaña no tiene más objeto que convencer a una minoría dudosa o pasiva para que tome una de las dos opciones en litigio. PP o PSOE. Dicen que hay un millón setecientos mil jóvenes que acceden al derecho al voto por primera vez en su vida. Es una incógnita, pero estadísticamente, salvo que se tense la campaña, suelen sentirse poco considerados. La verdad es que los partidos no hacen mucho por captar su interés. Luego están todas esas teorías de que la abstención, según su grado, favorece o perjudica a uno u otro partido. No sé. Soy consciente de que cualquier intento de clasificar es cometer arbitrariedades de más o menos calibre. En cualquier caso, todas las opciones son respetables.
A veces, es inevitable comparar, y uno tiene cierta envidia de otros sistemas electorales. Confieso que la modalidad de las Primarias en EEUU me agrada. Cierto que también supone una larga campaña, pero hay más opciones para elegir y este detalle le da más dimensión democrática, ¿no?
2.- VOTANTES ESCÉPTICOS: Dudan mucho. Toman la decisión a última hora. Están informados. No son sectarios. Son muy responsables. Exigentes. Su número va en aumento.
3.- VOTANTES AUTÓNOMOS: Carecen de prejuicios y ataduras. Reflexionan. No se casan con nadie. Ven defectos y virtudes de uno y otro. Son conscientes y deciden en cada caso con mucha independencia. Suelen desconcertar a sus interlocutores por su autonomía de criterio. Hay pocos, la verdad.
4.- VOTANTES EN BLANCO: Rechazan a todos los partidos, pero creen en la Democracia. Por eso votan. Activos. Están cerca de los escépticos. Van a más.
5.- ABSTENCIONISTAS: En este bloque, cada vez más numeroso, hay un poco de todo. Es un “cajón de sastre”. Pasotas. Comodones. No creen en la Democracia. Piensan que no vale la pena votar. No se sienten implicados. Están desengañados de todos los partidos. Es el bloque más heterogéneo, sin duda. Por eso, todos hacen lecturas interesadas de sus dimensiones.
Lo curioso del caso es que toda esta campaña no tiene más objeto que convencer a una minoría dudosa o pasiva para que tome una de las dos opciones en litigio. PP o PSOE. Dicen que hay un millón setecientos mil jóvenes que acceden al derecho al voto por primera vez en su vida. Es una incógnita, pero estadísticamente, salvo que se tense la campaña, suelen sentirse poco considerados. La verdad es que los partidos no hacen mucho por captar su interés. Luego están todas esas teorías de que la abstención, según su grado, favorece o perjudica a uno u otro partido. No sé. Soy consciente de que cualquier intento de clasificar es cometer arbitrariedades de más o menos calibre. En cualquier caso, todas las opciones son respetables.
A veces, es inevitable comparar, y uno tiene cierta envidia de otros sistemas electorales. Confieso que la modalidad de las Primarias en EEUU me agrada. Cierto que también supone una larga campaña, pero hay más opciones para elegir y este detalle le da más dimensión democrática, ¿no?
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