El escritor granadino Francisco Ayala es un caso asombroso de longevidad. Hoy, 16 de marzo, ha cumplido 102 años.
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Está "encantado" y "muy metido en el mundo", explican fuentes cercanas a la familia y señalan que la manera elegida para la celebración será un almuerzo privado con su esposa, la hispanista norteamericana Carolyn Richmond, después de que en sus dos anteriores cumpleaños el autor celebrara su aniversario en diversos actos conmemorativos.
De este longevo escritor sólo he leído dos obras: Muertes de perro, que trata de uno de los tantos regímenes dictatoriales que han proliferado en Hispanoamérica. Es una especie de fábula sobre el ascenso y la caída de un dictador en el que nos muestra, con tonos tragicómicos y descarnados, su preocupación por la degradación de la condición humana en una sociedad sumida en una profunda crisis moral.
De este longevo escritor sólo he leído dos obras: Muertes de perro, que trata de uno de los tantos regímenes dictatoriales que han proliferado en Hispanoamérica. Es una especie de fábula sobre el ascenso y la caída de un dictador en el que nos muestra, con tonos tragicómicos y descarnados, su preocupación por la degradación de la condición humana en una sociedad sumida en una profunda crisis moral.
El otro título que recuerdo someramente es El jardín de las delicias. Inspirado en el cuadro de El Bosco con el mismo título. Es un libro cuyos objetivos estriban en moralizar por medio de ácidas críticas que recuerdan la tradición medieval con sus deformaciones, caricaturas y malicias; moralizar, digo, a fin de que los humanos reflexionen sobre sus errores.
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Salvo el leve impedimento de no oír bien, Francisco Ayala está "perfectamente" de salud, lee habitualmente la prensa diaria y su longevidad no ha impedido que continúe muy interesado en la actualidad nacional e internacional. No ha perdido su buen humor ni sus ganas de bromear. Selecciono algunas de las frases que los medios recogen estos días:
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"He procurado vivir en el mundo y entenderlo y he tratado de adaptarme sin plegarme, y eso lo he hecho creo que con bastante buen resultado para mí”
"No puedo quejarme porque sería ridículo que lo hiciera", asegura Ayala, que a sus 102 años tiene "ganas de vivir y de cumplir lo que pueda, pero nada más que eso".
“He procurado ser yo y mis circunstancias, no mis circunstancias y yo”
Respecto de la política actual se muestra prudente a la hora de enjuiciar los resultados electorales, "mermados por las limitaciones del sistema" que, a su juicio, debería fomentar las listas abiertas.
"Lo mejor sería rebajar el tono de la política a lo que siempre ha sido, a la limitación propia de lo humano, y no creerse fantasías. Creo que es un poco ingenuo hacerse fantasías excesivas de una cosa que es transitoria por principio".
Juan Cruz, en una entrevista que publicó ayer El País, dice de él: “este tiempo le ha dado a don Francisco una gran tranquilidad de ánimo, una coña marinera muy saludable; está atentísimo a todo lo que ocurre, y aunque mantiene su ironía y su distanciamiento intactos, lo veo aún más apasionado si cabe sobre la política, sobre las costumbres. Está preocupado, como siempre lo estuvo, por la mala educación que ve alrededor, y que le lleva a recordar con preocupación otras épocas difíciles de España. Esa mala educación está en todas partes, y forma parte de las consecuencias de lo que no ha sido, precisamente, una buena educación. Y le preocupa el cambio climático, está ahí, él lo huele, lo olemos todos”
BIOGRAFÍA: El escritor Francisco Ayala, Premio Cervantes, Medalla de Oro de la SGAE y miembro de la Real Academia Española, se graduó en Derecho en la Universidad de Madrid en 1929, de la que fue catedrático en 1933. Debió exiliarse durante la Guerra Civil y, finalizada ésta, se instaló en Argentina. En 1950 trabajó en la Universidad de Puerto Rico y en 1958 en universidades norteamericanas.
Sus primeras obras publicadas fueron Tragicomedia de un hombre sin espíritu (1925), Historia de un amanecer (1926), El boxeador y un ángel (1929) y Cazador en el alba (1930). Entre sus libros de narraciones breves destacan El hechizado (1944); La cabeza del cordero, donde inserta el tema del exilio en el marco de exilios más remotos, como el de los moriscos, y Los usurpadores ambas de 1949; Historia de macacos (1955), de carácter humorístico; De raptos, violaciones y otras inconveniencias (1966) y El jardín de las delicias (1971)
¿Estás de broma con lo de tan campante?
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