Una y otra vez
comienzo narraciones
y no consigo acabarlas.
Mis personajes de ensueño
mudos o locuaces
se me escapan
y caminan a su aire.
Algo parecido
pasa con mi vida:
es un sinfín de
.
inicios suspendidos.
Estoy más que convencido de que cuando las ideas se presentan en forma condensada y breve, el texto gana fuerza expresiva. La explosión info...
Ayayayayay, cuánto me identifico con la segunda parte de tu narración solamente comenzada...
ResponderEliminarY cuánto me ha gustado completa ;-)
Mil besos, mi querido y galante Luis.
Te he echado de menos, Fauve. Supongo que te has tomado un respiro. También es necesario. Otros tantos besos
ResponderEliminarGracias, Luis, eres de lo que no hay, la persona más cariñosa del mundo.
ResponderEliminarUn respiro alternado, ya que entre esto y el Netlog que me tenéis enganchada y me ocupa demasiado tiempo que no lo considero perdido, pero sí que me hace perderlo en otras cosas que también debo hacer, así que tendré que ingeniármelas para organizarme sin bloguestresarme...
Bicos, meu rei.
Entrañable, cariñoso,es cierto lo que dice Fauve, será porque somos mujeres, y somos más sentimentales, y tenemos lo que se llama un sexto sentido, pero eres único,mi querido maestro.
ResponderEliminarUn besazo que más decir....
Los hombres también son muy sentimentales, lo que pasa es que lo disimulan mejor ;-)
ResponderEliminarAhora, lo que no son nada o casi nada, es prácticos... :-)))))
Yo también me identifico con los dos últimos versos, Luis Antonio.
ResponderEliminarPero apostillo, quizá a modo de consuelo o de inconformismo, no sé... ¿no puede también haber placer en cosas que se dejan inacabadas?
¿Por qué tenemos que acabar todo lo que iniciamos?
Mientras espero ansiosa la respuesta de Luis Antonio a la pregunta de Omaha, voy a hacer mi consideración personal.
ResponderEliminarYo nunca acabo lo que empiezo. De pequeña era prácticamente una niña prodigio que no supo canalizar sus capacidades o aptitudes por pura vagancia. Todo lo que empezaba lo dejaba porque me aburría, o porque me empezaba a gustar otra cosa más y no me centraba. Así seguí toda la vida, y encima perdiendo facultades y aptitudes, hasta llegar a esta piltrafilla que pervive y sobrevive feliz porque, una vez que se ha perdido todo, es cuando se valora lo que se tuvo y no se hacía en su momento, y se acomoda uno a las circunstancias y se encuentra la felicidad. Esto no significa que yo antes no fuera feliz, ni tampoco insatisfecha yendo de aquí allá, pero sí que el dejar las cosas a medias produce mucha insatisfacción cuando no es una ni dos, sino cuando es frecuente y constante (el que quiera pensar "mal" tendrá otro ejemplo muy bueno para lo que digo XDD).
Esa insatisfacción no te impide ser feliz, todo se compensa con otras cosas cuando has aprendido a hacerlo, pero sí que duele, sí, y están ahí, guardadas en un cajón, que sabes que existe y que cuando abres te trae la nostalgia de la que hablaba Serrat en sus "aquellas pequeñas cosas".
Besos. Muchos.
A Fauve, Lisebe y Omaha: Vuestra identificación con los dos últimos “versos” me quita “pesar” por no acabar tantos proyectos comenzados. Veo que no soy el único y esto te quita responsabilidad. En realidad “narraciones” es metáfora tanto de cuentos o historias que uno quisiera escribir como de proyectos que se hacen, a veces de forma irreflexiva. Yo, durante muchos años, cuando finalizaba un año, me marcaba no pocos objetivos con el firme propósito y la convicción inquebrantable de llevarlos a cabo: estudiar idiomas, mejorar el nivel de catalán, escribir esto y aquello, hacer más deporte, régimen alimenticio, ser mejor con los míos y muchas cosas más –no todas confesables- que quedaban en “saco roto”, que ni tan siquiera comenzaban o que no se acababan. Cierto que algunos no las llevaba a cabo porque no valía la pena y otros porque exigían un esfuerzo y una capacidad que uno no posee. Y así una año y otro. Ahora, que ya pinto más que canas, soy más realista y me propongo muchas cosas, pero con más conciencia de mis limitaciones. En el fondo tengo cierta nostalgia de aquellos programas de acción ambiciosos que me planteaba. Y respondiendo al interrogante de ti, Omaha, creo que efectivamente no cumplir según que proyectos también da satisfacciones. ¡Qué cary¡
ResponderEliminarPues no hay pocos ejemplos de inicios suspendidos y no por ello dejaron de ser esenciales. ¿Qué podría contarnos y nos ha contado Leonardo al respecto? ¿Qué podría haber seguido contando Lorca? Jimmy Blanton, a lo mejor lo conoces, es el primer contrabajista moderno de jazz, es un iniciador, murió a los 21 años y sólo grabó un puñado de temas, todos le deben su “inicio suspendido”, lo mismo le ocurrió a Charlie Christian que con 25 años dejó todo por hacer. No sé, a veces pienso que esta humanidad, más que obras terminadas, necesita gente que abra caminos, aunque después sean otros los que intenten llegar a algún final.
ResponderEliminarMi idea fundamental, creo que Fauve y tú mismo, Luis Antonio, que me conocéis poquito a poco, os adelantaréis a lo que voy a escribir a continuación, es la aparición de esa inquisidora -yo la llamo así- que es la "obligación", en cualquier faceta de la vida, mucho más en la faceta creativa o artística.
ResponderEliminarCreo que si no acabamos algo debe de ser por algo, no tiene por qué ser por pereza, dispersión o cualquier otro motivo precisamente. Porque lo que empezamos no nos entusiasma, porque ya ha dejado de decirnos algo fundamental de nosotros.
Yo he dejado a medio escribir cuentos, alguna novela... y ahí están, en el cajón, no sé si esperando mejor fortuna o durmiendo ya el sueño de los justos escritos.
Pero desembarazarnos de esos inicios que han sido infructuosos es, para mí, una nueva opción de libertad. Aunque esa libertad supusiese no tener ningún otro proyecto.
De todos modos, supongo que ha habido en la historia del arte muchas obras que sí que se acabaron "por obligación" y sí que fueron obras enriquecedoras, incluso para el propio artista que las creó. De todos modos, por mi forma de ser y demás, yo apuesto por acabar lo que nos interesa, y dejar a la obligación los asuntos de la obligación.
Ves, Luis, no eres el único ni mucho menos; yo creo que a todos nos pasa en mayor o menor medida solo que cuanto mayor sea la medida más se nos ocurre pensarlo...
ResponderEliminarY respecto a lo que dice Fermín, pues voy a tener que pensarlo y meditarlo.... y a ver si concluyo ;-), porque por una parte pienso que si algo te interesa de verdad, sí que lo terminas, sea o no por obligación; pero la afirmación anterior no es cierta siempre, al menos en mi caso, que sí que dejo todo a pesar de que me interese mucho... Creo que la cuestión del motivo es más difícil de lo que parece, al menos para mí.
Y yo que me lamentaba de ello y al final va a resultar que es una...virtud.
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