Cuando somos niños, hombres y mujeres lloramos lo mismo. Hasta que un buen día, como es mi caso, la señorita del Parvulario, el padre o hasta la misma madre, te sorprenden berreando desconsoladamente y te sueltan la filípica esa de que “Los hombres no lloran”. En mi caso, tenía 5 años. No sé si por influencia de esa educación discriminatoria y traumática o por la acción de la testosterona que dicen que ayuda a racionalizar los sentimientos a los hombres, mientras que las mujeres tienen una conciencia natural de las emociones, lo cierto es que con la adolescencia, los papeles cambian: las chicas lloran cuatro veces más –dicen las estadísticas- que los chicos.
A pesar de los cambios en beneficio de la pretendida igualdad en todos los ámbitos, lo cierto es que la cultura masculina no ve con buenos ojos el llanto. El hombre cabal ha de ser muy macho me decía un conocido mejicano. Al hombre que llora se le atribuye una cierta debilidad. Y en el trabajo, en presencia de compañeros, la emotividad está mal vista. Sean por las razones que sean, lo cierto es que los hombres reprimimos el llanto. Se nos ha educado en el control de este desahogo que, según dicen otros expertos, es beneficioso para nuestro organismo. Yo tengo que confesar que ser testigo del llanto de un hombre me resulta mucho más conmovedor que si se trata de una mujer. Pero también es cierto que las cosas están cambiando y cada vez más y en determinados contextos se califica a los hombres que lloran como sensibles. En este caso sería una especie de halago.
A estas alturas de la película, no sé qué pensar. En contadísimas ocasiones he llorado, pero no sé si ha sido por vergüenza, por autocontrol, porque no sé o porque no me da la gana o por todo a la vez. Y eso no significa ausencia de pena o ser insensible a tal o cual suceso familiar, social o mundial. A lo mejor es que lloro por dentro, como suele decirse. Sigo pensando que uno no es mejor ni peor por llorar o no, pero también he de confesar, como decía al principio, que el llanto en la mujer me parece natural y hasta necesario y en el hombre, en cambio, me sigue causando un desasosiego extraño. El llanto por alegría o emoción ante algún hecho memorable, me resulta más aceptable. Pero en general, sigue costándome aceptar que llore el hombre. Sin negarle su derecho, claro... ¿Y tú qué opinas?
A pesar de los cambios en beneficio de la pretendida igualdad en todos los ámbitos, lo cierto es que la cultura masculina no ve con buenos ojos el llanto. El hombre cabal ha de ser muy macho me decía un conocido mejicano. Al hombre que llora se le atribuye una cierta debilidad. Y en el trabajo, en presencia de compañeros, la emotividad está mal vista. Sean por las razones que sean, lo cierto es que los hombres reprimimos el llanto. Se nos ha educado en el control de este desahogo que, según dicen otros expertos, es beneficioso para nuestro organismo. Yo tengo que confesar que ser testigo del llanto de un hombre me resulta mucho más conmovedor que si se trata de una mujer. Pero también es cierto que las cosas están cambiando y cada vez más y en determinados contextos se califica a los hombres que lloran como sensibles. En este caso sería una especie de halago.
A estas alturas de la película, no sé qué pensar. En contadísimas ocasiones he llorado, pero no sé si ha sido por vergüenza, por autocontrol, porque no sé o porque no me da la gana o por todo a la vez. Y eso no significa ausencia de pena o ser insensible a tal o cual suceso familiar, social o mundial. A lo mejor es que lloro por dentro, como suele decirse. Sigo pensando que uno no es mejor ni peor por llorar o no, pero también he de confesar, como decía al principio, que el llanto en la mujer me parece natural y hasta necesario y en el hombre, en cambio, me sigue causando un desasosiego extraño. El llanto por alegría o emoción ante algún hecho memorable, me resulta más aceptable. Pero en general, sigue costándome aceptar que llore el hombre. Sin negarle su derecho, claro... ¿Y tú qué opinas?
Pues particularmente, desde hace un tiempo, me hace llorar la música o alguna cosa que leo. Y el motivo... ni siquiera me lo he planteado.Sobre el resto nada, me debo estar volviendo un poco "cool" o son los años que no perdonan.
ResponderEliminarEl llanto presenta muchas modalidades.
ResponderEliminarYo creo que al hombre se le perdonan las lágrimas pero no los sollozos o los lamentos. Un hombre que llora en silencio es, por decirlo de alguna manera, más perdonable por la sociedad. La expresión de la emotividad de forma ostensible es lo que más se ha reprimido en la condición masculina.
El llorar es algo innato en el ser humano, es más es una necesidad en más de una ocasión, es una forma de expresar emocion, lástima,alegria,por qué se tiene que limitar a la mujer y dejar fuera a los hombres, ¿es que los hombres no teneis sentimientos igual que las mujeres?
ResponderEliminarYo considero que el hombre que es capaz de echar una lágrima por algo tan maravilloso como es una puesta de sol o de expresar sus sentimientos sean los que sean, es un ser sensible y maravilloso, y l sensibilidad está cara hoy día.
Fijate que digo sensibilidad Luis Antonio no "sensibleria" como muchos antiguamente y actualmente llaman a la sensibilidad.
O es que Miguel Angel no lloró en ninguna de sus obras, o Mozart con algunas de sus sinfonias por poner un ejemplo.
Considero una tonteria el hecho de que un hombre no pueda expresar lo que siente por medio de las lágrimas porque te puedo asegurar que te quedas nueva/o después de hacerlo.
Muchos besitos mi querido maestro
El llanto no hace ni a la mujer ni al hombre, hace al ser humano. No tiene por qué ser propio de ninguno de los dos, ni siquiera de un momento, de una sensación de éxtasis ante algo que nos emociona...
ResponderEliminarPero si os digo la verdad, las lágrimas más amargas han sido siempre por la pérdida de personas queridas.
Con el arte suelo llorar poco, y con una puesta de sol precisamente no echaría ninguna lágrima a no ser que esa puesta de sol tuviese un significado especial para mí.
Con una puesta de sol sencillamente gozo al máximo. Pero no me haría llorar, para ser exactos.
Pero sí que hay cosas que me emocionan lo suficiente como para sacarme la lágrima o la lagrimita, y no creo que haya que avergonzarse, al revés. Es una liberación en todos los sentidos, recomendable, apasionante incluso.
Luis Antonio...Felicitaciones por el blog. No me preguntes cómo he caído acá pero te aseguro que me quedo y a póc a póc lo voy leyendo. He visto tu "post" (aunque no quieras llamarlo así...jaja) de junio sobre "el rescate" de la lengua catalana y quiero contarte que en este rincón del mundo, que es Rosario - Argentina, hay alguien que está intentando aprender el català, nada más que por pensar que a esta altura de mi vida debo gratificarme con lo que me gusta....y me encanta!!!!!! Estoy cursando el primer cuatrimestre. Un saludo. Ja ens vereum
ResponderEliminarAhhh perdón, lo olvidaba...Ay esa señorita del parvulario...ya lo dice Alicia Fernández en "La sexualidad atrapada de la señorita maestra", las "señoritas" (nunca señoras porque las señoras tiene sexo)hemos recibido y reproducimos un mandato cultural que por excluírnos, excluye...un arma de doble filo de esta cultura donde lo masculino predomina ya desde el lenguaje mismo, el hombre puso los límites y se autolimitó. Autorizarse a ser mujer...a ser hombre...ser humano, capaz de exteriozar y respetar sus emociones es lo más sano. Y cómo dice nuestra diva Moria Casán "si querés yorar...yorá" jajaja perdón por el argentinismo. Un abrazo
ResponderEliminarLuis Antonio, mil gracias por tu visita y por tus palabras. Sólo quería que supieras que leí y disfruté de tus comentarios. Estoy ahora corriendo con mi tiempo, peró aviat vindré...ahhhh m´agrada molt el mitssatge escrit en català. Una gran abraÇada
ResponderEliminarA todos (Dr. Krapp, Lisebe, Fermín, Fauve y Mara y Cuya) quiero agradecer los comentarios aportados. También quiero añadir que la educación, los valores y el contexto social no son los únicos ingredientes que influyen en que los hombres lloren menos que las mujeres. Parece ser, aunque es un terreno que me supera, que la testosterona mencionada en los hombres y una hormona femenina llamada prolactina inciden también, y no poco, en que unos y otras estén menos o más predispuestas para el lloro...
ResponderEliminarHe olvidado citar -error imperdonable que ahora subsano- al primero de los comentaristas de esta entrada: mi estimado amigo y colega FARONI. Que conste en acta
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