viernes, septiembre 12, 2008

VOZ, INTELIGENCIA Y DESVARÍOS...


Me encantan las personas que tienen buena voz. Y si esta voz se ajusta a un contenido interesante y profundo, el placer puede acercarse a lo sublime. Pero un contenido de esta guisa expresado con mala voz puede llegar a molestar. Hasta las tonterías dichas con buena voz parece que lo sean menos... Escribir bien no implica tener buena voz. He escuchado grabaciones penosas de poemas extraordinarios llevadas a cabo por los mismos autores. He dejado de comprar algunos libros porque los autores que los presentaban oralmente me han decepcionado por el timbre o la intensidad del sonido de su voz. Injusto, ya lo sé. Si hoy levantara la cabeza Cervantes y me explicase su cautiverio en Árgel con mala voz no cambiaría la inmejorable opinión que tengo de su obra. Pero a la inversa, es distinto. Pienso que una buena voz también puede corresponder a una persona boba, pero lo que tengo bastante claro es que una mala voz difícilmente puede pertenecer a una persona inteligente. Con ello no quiero afirmar tajantemente que se relacione la voz con la inteligencia. O quizá sí. ¡Vaya lío! Me muevo en un marco de contradicciones, pero creo que la gente inteligente, y esto sí lo afirmo con rotundidad, no descuida la voz. Creo que en la voz se ponen los cinco sentidos y la consiguiente carga emocional. Por eso tiene tanta relevancia, ya que puede llegar a esbozar una cierta definición de nosotros mismos. Y que nadie me pregunte qué entiendo por buena voz porque la definición, seguro, se quedaría estrecha. A lo mejor, sólo pretendo provocar...

6 comentarios:

  1. Defina usted esta voz, amigo Luís Antonio:
    http://es.youtube.com/watch?v=AratTMGrHaQ

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  2. Yo tenía un compañero que tenía y dicen que tiene una hermosa voz... Siempre ha destrozado los poemas cuando los lee, aunque el sentimiento general hacia él es que es un artista.

    Yo ya me he despreocupado de ese matiz.
    Hay gente que tiene la voz que tiene, la dicción que tiene, con eso no se puede hacer nada.
    Pero con la calidad de lo que se lee, eso sí se puede mejorar.

    Me preocupa más la falta de calidad de lo que se lee que la forma en que se lee.
    Y no estoy de acuerdo en que un orador extraordinario pueda hacer hermoso un texto horrendo.

    Eso puede parecer al que no tiene preparación para escuchar, para el que oye los sonidos, pero no escucha el contenido.

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  3. Soy consciente de mis contradicciones y de que el texto es polémico en sí mismo, pero creo que mingún párrafo da pie para que digas algo tan obvio como: "Y no estoy de acuerdo en que un orador extraordinario pueda hacer hermoso un texto horrendo". Yo me he limitado a decir algo muy distinto y que si mantengo: "Hasta las tonterías dichas con buena voz parece que lo sean menos..."
    Ojalá todos tuviesen esa capacidad de distinguir el fondo de la forma y de dar importancia a lo que realmente la tiene...
    En cambio, soy más optimista en lo referente a que todo es mejorable, incluida la voz. Y en cuanto a la relevancia de la misma, no me negarás que el simple "tonillo" de la voz -al margen de lo que exprese- puede provocar y provoca conflictos de relaciones...
    Gracias por entrar al "trapo", Femín.

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  4. Anónimo6:37 p. m.

    Una buena voz es un atractivo irresistible. La buena dicción, la entonación correcta, las pausas, la curva melódica, el tono adecuado... son los mejores acompañantes de un buen texto, de un buen discurso. Una voz atiplada o excesivamente baja te apartan de lo que quieren decir.
    A veces, sin embargo, la voz no acompaña al tío o la señora y sus armas se enfrentan a unos tímpanos que esperan algo más. Tal fue el caso del juez Garzón, porque uno esperaba oír una voz magnífica y, sin embargo, salió una voz aflautada. Decepcionó, esa es la verdad, lo dijo Encarna Sánchez en cierta ocasión, y esa señora era un bicho malo a las órdenes del clero, que le pagaba unas cantidades fabulosas por denigrar a Felipe González, pero ella tenía una hermosa voz y de eso de la voz, con respecto a Garzón, se equivocaba poco.
    Recuerda que cuando te oí por primera vez en cierta clase de la doctora Gorga, te contraté para siempre.
    Pero lo de la inteligencia no me cuadra mucho.
    Un abrazo,
    Ángel.

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  5. Anónimo9:20 p. m.

    Por eso le comentaba en el otro tema su cautela. Usted aquí titula: Voz, inteligencia y desvaríos. Prudencia pura y dura, ya que le resulta difícil aceptar que una voz penosa traicione a la inteligencia. Le resulta difícil, pero lo piensa.

    Los agravios de la biología darían para llenar guías telefónicas, y nadie, ni siquiera los que quieran presumir de no tener prejuicios -que no existen, aunque lo nieguen- pueden evitar el desencanto al comprobar que una personalidad interesante padece la desgracia de tener una penosa voz.

    Coincido con el comentario sobre Garzón, me resulta insufrible que un personaje tan relevante –aunque controvertido– tan valiente y con tanta osadía, se vea atrapado en una voz tan insoportable.

    Yo también preferiría escuchar una voz honda diciendo tonterías, que una voz de pito maltratando un bello texto.

    Los textos bellos no necesitan una voz. Los malos sí, los malos con una voz aceptable encuentran un atenuante. El mismo atenuante que nos hace soportable todas las tonterías que verbalizamos diariamente –con voces bellas o sin ellas- y que también escuchamos diariamente.

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  6. Yo creo que un bello texto recitado con una voz desafortunada pierde gran parte de su encanto. A veces olvidamos que el lenguaje es primordialmente oral. Los signos y las palabras son convenciones arbitrarias. Confieso mi admiración por las personas que, además de expresar cosas interesantes, lo hacen con voz sugestiva, bien articulada, con buena entonación, melódica, pausada, con el énfasis que requiera el mensaje... y, puestos a pedir, con el consiguiente e imprescindible lenguaje corporal. En el fondo quiero manifestar también que echo a faltar que en los planes de estudios de todos los niveles, la ORATORIA esté ausente.

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