Al salir de la Casa del Llibre, una señorita bella, esbelta, rubia auténtica y con zapatos de tacón de aguja de vértigo me ha abordado en Paseo de Gracia/Aragón. Tras un educado saludo acompañado de una sonrisa tibia me ha dado una tarjeta. Tenía acento eslavo, seguro. Por un momento he llegado a pensar que me hallaba en la calle Nevsky de San Petersburgo. Me pasa siempre que contemplo a alguna beldad de este tipo. He guardado la tarjeta y me he dirigido a la parada del Metro allí mismo.
Como me consta que algunos de los que se pasean por estos lares son amantes de los libros, os diré que he comprado Historia del Jazz de Ted Gioia que me recomendó el Dr. Krapp, nuestro común amigo; Los Bienaventurados de María Zambrano, también recomendación encarecida de una profesora de la Facultad de Filología que hizo la tesis doctoral sobre esta extraordinaria malagueña, pensadora, ensayista, poeta, filósofa, republicana y alumna predilecta de Ortega y Gasset y el tercer libro se titula Alfonso de Valdés autor del Lazarillo de Tormes de Rosa Navarro, catedrática de la misma Facultad y a la que profeso gran admiración y afecto. Este libro es para hacer un regalo a una ex-alumna, doctora en Filología Griega, que me encontré en el Claustro de dicha Facultad y se sorprendió cuando le dije que El Lazarillo había dejado de ser anónimo desde hace ya unos años. Aunque ahora mismo no viene a cuento diré que me ha venido a la memoria el Dr. Vitamorte. Así ya están todos...
Ya en el Metro, saco la tarjeta mencionada y observo con sorpresa que se trata de un anuncio...de masajes, relax y todo eso. Es una modalidad de publicidad que ya me llamó la atención cuando el pasado mes de junio estuve en Las Vegas. En el condado de esta loca ciudad del estado de Nevada la prostitución callejera está prohibida, pero al anochecer grupos de hispanos, sobre todo, reparten entre los paseantes catálogos y “estampitas” a raudales con fotografías y direcciones de profesionales del sexo. Supongo que aquí no obedece a la misma razón, sino más bien a la crisis que se está extendiendo a todos los sectores y hay necesidad de echarle imaginación y, en las horas libres o de poco tráfico placentero, hacer publicidad...
Naturalmente, esta modalidad de publicidad tiene cierto nivel: sólo va dirigida a señores selectos... ¡Ja, ja, ja...!
Como me consta que algunos de los que se pasean por estos lares son amantes de los libros, os diré que he comprado Historia del Jazz de Ted Gioia que me recomendó el Dr. Krapp, nuestro común amigo; Los Bienaventurados de María Zambrano, también recomendación encarecida de una profesora de la Facultad de Filología que hizo la tesis doctoral sobre esta extraordinaria malagueña, pensadora, ensayista, poeta, filósofa, republicana y alumna predilecta de Ortega y Gasset y el tercer libro se titula Alfonso de Valdés autor del Lazarillo de Tormes de Rosa Navarro, catedrática de la misma Facultad y a la que profeso gran admiración y afecto. Este libro es para hacer un regalo a una ex-alumna, doctora en Filología Griega, que me encontré en el Claustro de dicha Facultad y se sorprendió cuando le dije que El Lazarillo había dejado de ser anónimo desde hace ya unos años. Aunque ahora mismo no viene a cuento diré que me ha venido a la memoria el Dr. Vitamorte. Así ya están todos...
Ya en el Metro, saco la tarjeta mencionada y observo con sorpresa que se trata de un anuncio...de masajes, relax y todo eso. Es una modalidad de publicidad que ya me llamó la atención cuando el pasado mes de junio estuve en Las Vegas. En el condado de esta loca ciudad del estado de Nevada la prostitución callejera está prohibida, pero al anochecer grupos de hispanos, sobre todo, reparten entre los paseantes catálogos y “estampitas” a raudales con fotografías y direcciones de profesionales del sexo. Supongo que aquí no obedece a la misma razón, sino más bien a la crisis que se está extendiendo a todos los sectores y hay necesidad de echarle imaginación y, en las horas libres o de poco tráfico placentero, hacer publicidad...
Naturalmente, esta modalidad de publicidad tiene cierto nivel: sólo va dirigida a señores selectos... ¡Ja, ja, ja...!
¡Insensato!
ResponderEliminar¿pero qué has hecho?
Como en la película... "Camino de perdición".
No habías oído decir: ¡Cuidado con las compañías!
Pues nada... al tajo. Pronto estarás discutiendo sobre si Kansas sí, Kansas no.
Iremos afilando los cuchillos.
Ustedes en Barcelona como siempre en la vanguardia.
ResponderEliminarPor cierto ¿las autoridades muncipales no habían hecho una "limpieza" de meretrices, en el antes llamado Barrio Chino, cuando los Juegos Olímpicos del 92? Ahora seguro que harán lo mismo solo que en barrios con más glamour.
El patetismo de los políticos con sus gestitos para la galería es realmente de traca valenciana.
Estimados Félix y Dr. Krapp: En realidad el tema de la entrada eran los libros, pero Vdes. se han quedado con el "gancho"...
ResponderEliminarDr. Krapp, Cataluña hace ya bastantes años que dejó de estar en la vanguardia de nada; si acaso podemos presumir ahora bastante de retaguardia...y del Barça mientras dure.
Recuerdo que al entrar en París en autobús, las columnas de los puentes de la autopista estaban empapeladas con carteles tamaño cine (70x100 o algo así) con chicas desnudas y números de teléfono fácilmente legibles. En Londres, esta costumbre se traslada a las típicas cabinas rojas, cuyas paredes y suelos estaban llenos de postales en las que se lee "hotel, visa" y cosas así, al pie de una foto de una chica impresionante con un teléfono siempre disponible.
ResponderEliminarNo es nada nuevo. Lo que sí lo es es la sumisión que muestra la chica de la tarjeta besando la mano del señor selecto que le paga...
Perdón, Luis Antonio, se me pasó comentarte mu agredecimiento por haber seguido mis consejos sobre el libro de Ted Goia. Sé que lo disfrutarás.
ResponderEliminarSeñor Selecto
ResponderEliminartendré muy en cuenta su sugerencia respecto a los libros, justo hoy pasearé por las librerías acompañada de mi hija...y mañana le contaré si el musculoso joven, que ofrece su compañía a la salida del centro comercial, selecciona a las señoras maduras con aspecto de llevar abultada la billetera o a las bellas que derrochan juventud mientras le tintineas unas monedas en el bolsillo trasero de su jean...eso sí, máxima discreción.
Mara y Cuya: Yo en el lugar del musculoso joven no tendría la menor duda...
ResponderEliminarSí, me lo imaginaba Luis, pero tú no estás trabajando en eso, en cambio el pobre musculoso debe sacrificar sus preferencias. Pero parece que es bastante intuitivo el joven, creo que se dio cuenta que en mi billetera había lo justo
ResponderEliminarpara libros y zapatos...y tú sabes que eso no lo cambio por nada.
Un beso