Bebí
del frío marmóreo de tus mejillas
el gusto salobre de tu llanto.
Sentí
tras el pálpito incesante de tus pechos
los gemidos arrítmicos de tu alma.
Añoré
en el hueco expectante de mi nuca
la presencia cálida de tus manos.
Noté
en el sombrío fondo de mis entrañas
el cuchillo afilado de mi traición.
del frío marmóreo de tus mejillas
el gusto salobre de tu llanto.
Sentí
tras el pálpito incesante de tus pechos
los gemidos arrítmicos de tu alma.
Añoré
en el hueco expectante de mi nuca
la presencia cálida de tus manos.
Noté
en el sombrío fondo de mis entrañas
el cuchillo afilado de mi traición.
Luis
ResponderEliminaradmiro tu capacidad para decir de manera tan bella lo terrible, como lo es sin duda la consecuencia de la traición.
Besos
Pero que bonito que escribes, Luis Antonio, tengo la gran mayoria de tus grageas, copiadas a parte, y es como si fuera un pequeño librito que le he puesto "las Grageas de mi querido maestro" allí voy adhieriendo cada una de las que escribes.
ResponderEliminarTe admiro y respeto ese don que tienes.
Muchos besitos Luis Antonio.
Y en el hueco de mis manos,
ResponderEliminarcomo en una sorpresa,
apareció, deslumbrante,
tu poema sin ritmo,
sin rima ni medida.
Apareció como un sueño,
como una luz escondida
que, de pronto,
ilumina una tarde sin sentido.
Porque el poema es eso,
un palpitar del espíritu
que, en forma de gragea
viene a curarte el tedio,
y a poner la armonía
donde había trsiteza.
Muchas gracias,
Ángel
Si le pones música de tango
ResponderEliminarno se puede pedir más
Pues a mí me ha dado mucha pena y tristeza, aunque el traidor estuviera ahí para enjugar las lágrimas, que no sé si es mejor o peor, y la belleza que da tristeza también es belleza, pero da tristeza.
ResponderEliminarTristes besos.
Gracias a Mara y Cuya, a Lisebe y al Dr. Vitamorte por vuestros cumplidos que pecan de generosos.
ResponderEliminarGracias amigo Ángel por esta agradable visita. Tú sí que eres un gran poeta y escritor con varias obras ya publcadas...
Y te pido perdón, estimada Fauve por ponerla triste y un tanto enfadada. Pero no te preocupes que el traidor tiene el cuchillo dentro y eso duele mucho más...
Y digo yo, ¿por qué dejamos que las traiciones nos lleguen a las entrañas? En mi caso procuro no hospedarlas en ningún sitio.
ResponderEliminarEl poema es duramente hermoso.
¿Pedirme perdón? ¡Faltaría más! Luis, como muy bien dice Fermín, el poema es duramente hermoso, como esas maravillosas películas que, si vemos a solas en casa, nos dejamos las inhibiciones para otros momentos y lloramos y lloramos incluso con sumo placer, el que da la libertad de la soledad, para, luego, una vez desahogados, quedarnos agusto de la panzada que nos hemos dado de llorar -o de reir, o de gozar, o de vivir.
ResponderEliminarBesísimos.
Me temo, amigo Fermín, que el cuchillo (o los remordimientos) son más difíciles de desalojar que los "okupas"...
ResponderEliminarEstimada Fauve: lo de llorar de alegría lo entiendo, pero lo de llorar con sumo placer sin una alegría como motivación...no me entra. Pero ya se sabe que los hombres...
ResponderEliminarHombre, no me refiero a que lo triste de placer sino al placer del alivio por el hecho de llorar y desahogarse, y el hombre que esté libre de ello que tire la primera piedra...
ResponderEliminarPara más explicaciones sobre el placer del desahogo o alivio habría una bastante clara pero escatológica que no pienso hacer y que con lo dicho queda obvia ;-)
Sé que ya había comentado aquí, pero es magnífico darse una vuelta y recordar textos tan buenos.
ResponderEliminarSaludos.
A Fermín Gámez:
ResponderEliminarNo sabes lo mucho que valoro tus opiniones. Gracias y saludos