Sumiller enfrascado
Hoy el cuerpo me pedía escribir sobre la memoria histórica, sobre el parentesco entre el talibanismo de los países islámicos y la religión de nuestra infancia y adolescencia... pero lo dejo para momentos menos grises. Se impone el hedonismo, la frivolidad, el humor... Así pues, retorno al tema del vino para amortizar la matrícula del Curso de Catas. El día 29 me examino de Reválida en unas bodegas de Sant Sadurní d’Anoia. Si el tribunal lee esta entrada me cateará... Fijo.
Los sumilleres (de sommelier), expertos en vinos, que portan sobre su pecho una pequeña taza de plata colgada - el catavinos - cuando agitan con parsimonia y sofisticación la copa de vino para que se oxide y la exponen a la luz para captar los matices tonales que informan sobre la vejez, son capaces de decir prosopopeyas cursis como que el preciado líquido tiene “carácter”, “espíritu” y “alma”...Entre otras lindezas.
El vino, objeto del primer milagro de Cristo, protagoniza relevantes aforismos y sentencias en el campo de la literatura. Para muestra, algún que otro botón: Joseph Roth , en su novela “Leyenda del santo bebedor” propone el vino como hacedor de milagros, es decir, un néctar divino. Beber vino es uno de esos “vicios amables” que, según Haldous Huxley, en su fábula utópica titulada “Un mundo feliz” consideraba necesarios para preservar una civilización duradera...Y qué decir de las bondades que entraña para la salud del cuerpo y del alma. Consumido con moderación, claro.
Pues bien, retomando el hilo del pensamiento que deseaba exponer, tengo que decir que cualquier persona acostumbrada a beber vino, rica o pobre, culta o no, zafia o refinada, de una ideología o de otra, de pueblo o de urbe, creyente o atea...es capaz de distinguir uno bueno de uno malo. En los Cursos de Catas intentan enseñarte a someter el vino a la percepción de los sentidos, quienes deberán definir sus características olfativas, gustativas y organolépticas. Todo un ritual litúrgico que sirve, sobre todo, para epatar a los familiares y amigos y reírse un rato. Que no es poco...
NO, NO ES POCO Y CON LA QUE ESTA CAYENDO... INCLUSO ES MUCHO O CUANDO MENOS SUFICIENTE.
ResponderEliminarDECIA GEORGE BRASSENS:
El mejor vino no es necesariamente el más caro, sino el que se comparte.
Y AÑADIA:
No nos hagáis beber, ¡oh!, no, esas aguas minerales, benditas o lustrales, sino buen vino, ¡por lo que más queráis!
¡¡¡SALUD!!!
Uffffffff, yo soy de agua del grifo, ya lo sabes, pero mencantaría aprender a distinguir todas esas sensaciones que producen los vinos en los que saben encontrarlas en un sorbito...
ResponderEliminarUn beso y buen finde, Luis
No hace ni media hora acabo de leer una artículo que viene como anillo al dedo a tu entrada. Creo que no requiere mas comentarios.
ResponderEliminarhttp://www.larazon.es/noticia/877-el-bulo-de-el-bulli
La palabra a verificar es aliag.
A mí no me gusta demasiado el vino. Sin embargo me fascina el mundo de esas sagas vinícolas. Debe ser todo un universo elitista y particular. Supongo que mi imaginación está contaminada por tanta ficción en torno al mundo del vino. Gente de casta, capaz de dedicar su vida a una cosa tan prescindible como el vino, y sin embargo siempre presente desde antiguo en toda ceremonia. La mitología nos lo presentaba como imprescindible en todo ritual.
ResponderEliminarLa ciencia -que es la nueva religión de estas sociedades que intentan vivir al margen de una absurda y deseada trascendencia sobrenatural, y sólo quieren aprovechar el aquí y ahora- también mete sus narices en el mundo del vino. Antes, las personas que se dedicaban al vino, solían ser viticultores artesanos, y gracias a su trabajo, observación y más tarde la experiencia conseguían aprender todo ese misterio que encierra la variedad de uvas que la tierra tiene a bien germinar. Ahora, toda una red de profesionales investigan sobre el vino, como si se tratara de una obra de ingeniería, el túnel del AVE, o una red de autopistas... Total ¡para beberse una copa de vino y decir que es exclusiva!
Qué sí, que sí, que por aquí se va a Madriz... Aceptamos barco como animal acuático. Pero... ¿qué haría yo comentando en tus post si no le buscase los tres pies al gato?
A mí lo que me gustan de verdad son las terracitas cubiertas de parras, reconozco que me entusiasman, incluso padeciendo la molestia de esos insectos insaciables y maleducados que no paran de trabajar y te joroban esos momentos de delectante abulia y ensimismamiento.
La leyenda "falsa" sobre Ferran Adrià ya la había leído y me parece creada con muy mala baba y otro signo más de la envidia que provoca el genial cocinero.
Como no podría ser de otra manera, te dejo dos enlaces de la misma dirección, uno donde se ve una graciosa cronología sobre la historia del vino y el otro donde queda constancia de la cantidad de páginas web que se dedican al tema del vino. ¡Hasta hay una consultoría del vino!
Ahora, si se trata de beber para reír, yo prefiero el gin tonic, aunque no sea tan elegante ni tan colectivo.
http://www.apoloybaco.com/personajesdelvino.htm
http://www.apoloybaco.com/Elvinoenlaredtecnicos.htm
Hiciste bien en dejar de lado por un momento la actualidad...
ResponderEliminar"Al que bebe y al que canta le sale un gallo en la garganta".
ResponderEliminarPor eso, mi querido Luis Antonio, soy abstemia. Pero me ha encantado leer este post y me han venido ganas de saber qué se siente bebiendo unas cuantas copas de un buen tinto.
Un fuerte abrazo y un beso,
A GROUCHO:
ResponderEliminarG. Brassens era un sabio.
Brindo por él.
Salud, amigo
A NOVICIA DALILA:
ResponderEliminarHay vinos que se decantan por tonos de guinda, tienen “bouquet” de trufa y saben a zarzamoras...como algunos besos. Y por si fuera poco, desatan la lengua de prejuicios y le confieren alas...¿Te animas?
Besos y buen fiende, Novi
Al Dr. Krapp:
ResponderEliminarDespués de leer el artículo recomendado, anulo mi reserva al "Bulli".
El día que me salga esa palabra a verificar, le dedico una entrada.
Y del “Albariño”, ¿qué?
A Atalaya:
ResponderEliminarNo te gusta demasiado el vino. Eso explica muchas cosas...
Conozco a una de esas sagas y no por las teleseries de turno. La realidad supera a la ficción.
Tienes razón cuando manifiestas recelo por el proceso moderno de elaboración y mercantilización del vino, pero hoy hay más cultura, entre productores y consumidores, que nunca. Se consume menos, pero es de mejor calidad.
El vino, como recoge la cita de Groucho, mejora con la compañía... Lo mismo podríamos decir de otros licores. Personalmente, nunca tomo una copa de vino cuando estoy solo.
El “gin tonic” es o no elegante, como el vino y la comida. Hay quienes degustan y paladean y también los hay que tragan y engullen. Sospecho que tú sabes apreciar el “espíritu burbujeante e intenso” de ese cóctel que se popularizo ¿a partir del 68...?
Me gusta el “gin tonic” en vaso corto y ancho para que se oxigene la ginebra y desprenda sus aromas (la ginebra “Ciutadelle”, rica) La tónica ha de ser Schweppes y el imprescindible lima, claro.
Tomo nota de tus sugerencias documentales, Atalaya
Un abrazo
A Pedro Ojeda Escudero:
ResponderEliminarReír no resuelve los problemas, pero llorar los agrava...
A Marga Fuentes:
ResponderEliminarLo dijo Lutero, y los curas saben mucho de estas cosas:
”El que no ama el vino, las mujeres y las canciones permanece siendo un bobo toda su vida”
Todo, claro está, en dosis moderadas.
Creo, sin pecar de vanidad, que no soy bobo.
Un montón de besos, Marga
¿Crées que el Jerez (el vino) desaparecerá alguna vez?... cada vez se arrancan mas viñedos por aquí.
ResponderEliminar¿Serán las subvenciones?
Si yo formase parte del tribunal examinador, la matrícula o, por lo menos, el sobresaliente alto estaba garantizado. Menudo dominio de la materia, sin hablar de la capacidad didáctica para transmitirlo. Y es que el vino invita al aprendizaje entusiasta de todo lo que hay a su alrededor. Néctar de la vida, sustancia mítica a lo largo de la historia, saber de él supone mucho más que saber de vinos. Equivale a estar al día de lo que significa cultura en el sentido más completo del término. Quedas invitado a las tierras del DUero, donde tus inquietudes podrían verse satisfechas. Un abrazo
ResponderEliminarA ver Luis tu sabes que vivo en una de las zonas en las que si de vinos y cavas se refiere hay bastante..
ResponderEliminarA mí me gustan y algo entiendo, mi paladar siempre se decanta por el vino afrutado y sin mucho cuerpo por lo que me gustan los vinos jóvenes, pero nunca le hago ascos a un buen vino "añejo" hummm y a un buen cava que me pierde...
Pero me encanta esta frase de Marco Tulio Cicerón:
"Los hombres son como los vinos:
La edad agria los malos y mejora los buenos".
BESOS DULCES
A mi me gusta el vino, porque ya sabes que "...al que no le gusta el vino es un animal." Pero de ahí a lo tuyo, a saber diferenciar y valorar todas las virtudes de los caldos va un abismo. Me gustaría saber apreciar y tener la sensibilidad necesaria para hacer del acto de beber vino, un arte, como tú haces.
ResponderEliminarUn abrazo.
El placer, en general, no es cosa vana amigo Luis. Y quizás porque estoy criada en "cava" aunque del Norte, a mí me parece que aprender a disfrutar de un buen vino es un camino directo hacia el deleite del gusto... ¡casi ná!
ResponderEliminarEso sí, a pesar de ser de tierra de Albariños (que me encanta) donde esté un buen Riberita jeje... que se quite tóóó!!
Buena actividad la tuya, entre mis clases de Física y las tuyas de cata, va a ser que la estás acertando el doble que yo. Sieejjjqueee...
Estoy de acuerdo contigo, Luís, tal como están las cosas lo mejor es darle rienda suelta a los placeres de la carne y el pescado y olvidarse de la crisis y de los recortes de todas clases.
ResponderEliminarLástima que me siente tan mal el vino...
Muchos besos.
A mi no me engañan, distingo el buen vino del malo fácilmente, el malo me da dolor de cabeza, el bueno no.
ResponderEliminarEspero que vayas bien preparado al examen; bebe, que no se diga.
Besos.
A Pedro Vázquez “ORIENTADOR”:
ResponderEliminarMientras los británicos sigan teniéndolo en tan buenísima consideración, el vino de Jerez tiene asegurado el futuro. Siento el descenso del equipo de fútbol.
Un cordial saludo
A Fernando Manero:
ResponderEliminar¿Eres tan benigno con tus alumnos de la Facultad como conmigo?
Una cosa es la teoría y otra es la práctica. En las pruebas de cata, lo que más cuenta es la sensibilidad de los sentidos y eso no se aprende en los libros.
Los caldos de la Ribera del Duero rivalizan con los de la Rioja. Espero que también te suene la comarca del Somontano (Huesca) y algunas de sus bodegas, Enate, Viñas del Vero...etc. En pocos años se han ganado un prestigio merecido... De Cataluña, prefiero los cavas. Algunos...
Gracias por la invitación. Cualquier día nos damos un garbeo por esa tierra que conozco menos de lo que quisiera.
Un abrazo
A Lisebe:
ResponderEliminarAhora entiendo lo de tu dulzura...
Lo de Cicerón me ha llegado al alma. Yo estoy a punto de dejar de ser de “crianza” para pasar a la denominación de “reserva”... Y, por ahora, lo llevo bien. La barrica de roble es de garantía...
Besos afrutado con burbujitas minúsculas de cava. Para ti
A Miguel:
ResponderEliminarTus elogios son inmerecidos. Estoy en fase de aprendizaje y lo del arte y la sensibilidad que me atribuyes quedan muy lejos de mis límites.
Un abrazo, amigo
A Cristal00k:
ResponderEliminarEl vino tiene D.O. (patria de origen), pero si es de calidad traspasa las fronteras. Conozco más los de La Rioja – sobre todo la Alavesa – que los de la Ribera del Duero.
Mis modestas clases de Cata pueden alternarse con las tuyas de Física Cuántica y con alguna otra materia añadida podríamos organizar un Máster singular...
Un fuerte abrazo
A Cristal:
ResponderEliminarSi no es el vino, alguna otra cosa te agradará, ¿no?
La cuestión es brindar en buena compañía y a las penas, “puñalás”...
Recrearse en los problemas que nos embargan de una u otra manera no conduce a buen puerto. Se impone la evasión...
Un gran abrazo. Cristal
A Angie:
ResponderEliminarPero si te puedes ahorrar el dolor de cabeza, mejor, ¿no?
La cabeza es un buen termómetro para evaluar las calidades de muchas cosas, pero hay que tenerla bien amueblada, ¿eh?
Me alegra saber de ti. Últimamente te prodigas poco.
Besos, Angie