Quiero
brindar un modesto homenaje a Carlo Maria Cipolla que hace ya la friolera de 25
años que publicó Allegro ma non troppo. La percepción de la
estupidez humana, presente en todos los estamentos sociales, sin distinción alguna, me ha llevado a la rememoración de este
libro. Se trata, como es bien sabido, de dos ensayos. El primero, sobre El
papel de las especias (y de la pimienta en particular) en el desarrollo
económico de la Edad Media. Y el segundo sobre Las leyes fundamentales
de la estupidez humana.
Cipolla
clasifica a los seres humanos en cuatro categorías fundamentales: los incautos,
los inteligentes, los malvados y los estúpidos.
Pues
bien, el ensayo, más que analizar a cada una de las categorías, sólo pretende
advertirnos del peligro que supone ignorar las funestas consecuencias que
puedan derivarse de la estupidez humana, sobre todo si alcanza el poder... Manifiesta una y otra vez que, mientras los
malvados son previsibles, los estúpidos, no. Y ahí está el peligro de esta
condición. A las personas razonables les resulta difícil imaginar o entender un
comportamiento estúpido.
Aunque
la estupidez humana no respeta a nadie, ha sido la contemplación de algunas
actuaciones de políticos y
tertulianos la que, en esta ocasión, me
ha hecho desempolvar este librito que en su día hizo las delicias de los
lectores o, al menos, las mías. Y observo, tras ojear los subrayados y
anotaciones marginales que hice en su día, que no ha perdido vigencia alguna...
Sólo
voy a hacer referencia de pasada a la
tesis de Cipolla, harto conocida, en la que mantiene machaconamente que la
sociedad infravalora la cantidad de estúpidos en circulación. Y eso, que según
él, constituyen el grupo más perjudicial, sobre todo si, además de estúpidos,
detentan el poder:
“Entre los burócratas, generales, políticos y jefes de Estado se
encuentra el más exquisito porcentaje de individuos fundamentalmente estúpidos,
cuya capacidad de hacer daño al prójimo ha sido (o es) peligrosamente potenciada
por la posición de poder que han ocupado (u ocupan). ¡Ah!, y no nos olvidemos
de los prelados” (Cap. 6.- Estupidez y poder)
La pregunta que se hace uno, ante la constatación de esta
penosa realidad, es cómo es posible que tantos estúpidos lleguen a alcanzar
posiciones de poder y de autoridad en una democracia participativa...
Es
bien sabido que durante siglos el poder se lo repartían determinadas clases y
castas, tanto laicas como religiosa, pero con el tiempo han ido perdiendo
importancia. Hoy son los partidos políticos, la burocracia y el sistema democrático los que han
sustituido a estos monopolizadores del poder, pero las cosas han mejorado
relativamente... En según qué lugares, apenas nada.
Y
volviendo a la pregunta anterior se llega a la siguiente y penosa respuesta:
los estúpidos llegan al poder porque los ciudadanos les damos nuestros votos. Y
si la estupidez junto con la ignorancia están tan generalizadas entre la
especie humana, por qué nos sorprendemos de que nuestros votos encumbren a otros,
también estúpidos, al ejercicio del poder...No tengo la menor duda de que entre
los componentes de la categoría de los INCAUTOS se halla la mayoría de votantes
de los estúpidos.
Y
así nos va...
Amigo mío, entre los incautos estamos la otra gran mayoría de la población. También se nos denomina buenas personas, o como mi abogado dijo en una ocasión de forma suave y por no ofender, "es que es un poco cándido". La frontera entre la bondad y esa candidez es tan fina que la traspasamos muy a menudo y por eso somos engañados de forma fácil por los malvados, o más a menudo por los imprevisibles estúpidos que detentan el poder. Que dicho sea de paso, no lo detentan, sino que lo administran en nombre de los más inteligentes, pero malvados. Por eso son estúpidos; porque son ellos los únicos que se creen que tienen el poder, y a nos ser que les ordenen lo que deben de hacer, son imprevisibles, porque sus respuestas son siempre de lo más peregrinas.
ResponderEliminarUn abrazo.
El problema que plantean los estúpidos, y ahí está el peligro, es que son imprevisibles. Los malvados, sin duda, son los que detentan el poder y someten a todos los demás...
EliminarUn abrazo
Vamos a ver: yo soy una incauta y una ignorante:pero....pero, me pregunto :un político ,no viene con los ingredientes que lleva, la composición, los efectos secundarios, y en alguien hay que depositar nuestra confianza,que después nos han salido rana ya eso es mala suerte!..Por lo tanto es muy facil que te vendan dos veces lo mísmo.Pero...a estas alturas ya hemos aprendido un poquito más no mucho porqué esta especie de captores y manipuladores se las saben todas.
ResponderEliminarEl Sr:Cipolla (que en italiano quiere decir cebolla) no le falta razón.Pero seguro que él tambien ha metido la gamba igual que todos los demas y que conste que me encanta cómo define al ser humano en cuatro apartados.-Mira me has picado y me voy a agenciar el libro leñe...!
La palabra estúpidos me parece más adecuada para altanero.Yo los llamaría sin tanta delicadeza que son unos tiranos y punto.
Luis Antonio un abrazo y que disfrutes de esta hermosa Semana Santa.
El libro tiene su gracia y, como dice Dapazzi, se lee de una sentada.
EliminarCreo que los tiranos pertenecen a la categoría de los malvados. Los estúpidos, lo son tanto, que a veces llevan a cabo acciones que también les perjudican...
Espero que estés pasando unas vacaciones tranquilas y felices, Bertha
Un abrazo
Que alegria recordar que mi novia me regaló el librito, en italiano claro, por entonces yo era etudiante en Italia, de no ser en italiano se lee en una sentada.
ResponderEliminarPassa una feliÇ Pasqua.
Sí señor, se lee en una sentada y tiene su miga, ¿eh?. Buen gusto el de tu novia...(puedes interpretar la frase por donde más te agrade...)
EliminarSalutacions
La estupidez nos rodea por los cuatro costados, no sólo en los puestos de poder y así no vamos a acabar demasiado bien.
ResponderEliminarMe temo que en los puestos de poder auténtico hay mucha más maldad que estupidez...
EliminarME VEO OBLIGADO A REPONER, UNA VEZ MÁS, EL VERIFICADOR DE LETRAS PARA EVITAR QUE SE CUELEN ANÓNIMOS COMO EL QUE PRECEDE A ESTE COMENTARIO. LO SIENTO...
ResponderEliminarTengo que leer ese libro de Cipolla al que conozco someramente por su labor historiográfica. Últimamente no está tan de moda hablar de la estupidez y en este universo de etiquetas nefandas se habla más de los seres tóxicos esos individuos que se dedican a dar la murga a los demás con sus problemas y acaban envenenando al resto. Tanto en este caso como en el que citas ojalá se pudiera circunscribir, estabular y marcar este grupo de personas para que no pudieran putear al resto de la población, pero me temo que aparte de nostros pocos más se salvarían de ese gueto. Y digo nosotros porque nadie se considera a si mismo estúpido ¿verdad?
ResponderEliminarEl libro se lee en un santiamém y tiene su gracia y su miga...
EliminarLa estupidez es más palpable en los demás que en uno mismo. Mientras no sea crónica...
Espero que la recuperación de tu accidente ya esté consolidada. Dr. Krapp.
¿pero algo parecido ya no lo hizo Erasmo de Rotterdam? aquel de Elogio a la estupidez.
ResponderEliminarNunca viene mal una segunda opinión
Saluti
El libro que mencionas sigue vigente después de 500 años de su publicación. Soy un forofo erasmista. El Lazarillo de Tormes está muy influido por este autor.
EliminarSaludos, Aventi
Hay quien dice que tendrían que instaurar el "carnet del votante" es decir, que voten solo los que estén capacitados para ello. O sea, personas sensatas y de demostradas capacidades para no dejarse engañar por los candidatos. Pero la verdad es que el censo sería tan corto que la democracia vería recortada su participación de forma definitiva, y por lo tanto, no sería representativa. Por lo tanto, tenemos que conformarnos con los estúpidos votos de la gente estúpida.
ResponderEliminarUn abrazo.
Supongo que nos falta madurez democrática, criterio e información rigurosa sobre las distintas opciones polìticas... Es más cómodo dejarse llevar por la "corriente·...
EliminarUn abrazo y "bones vacances", Miguel
Brillante reflexión. Me recuerda a la lectura de Desde el jardín, una novela corta, sencilla y divertida que, bajo su aparente calma, arremete contra la superficialidad del mundo moderno, escrita por Jerzy Kosinsky y plasmada genialmente en cine, con el protagonismo de Peter Sellers y la dirección de Hal Ashby, como una brillante paradoja: alude con ironía a lo relativa que es la inteligencia pero, a contramano, termina siendo una obra despojada por completo de cinismo, encuadrada en una cierta inocencia y con un final que, para cualquier crítico de cine, podría resultar un objeto de estudio ideal.
ResponderEliminarMuchas veces pienso en cuántos Chauncey Gardiners nos gobiernan y cuántos de nosotros somos precisamente los estúpidos que los votamos.
A propósito de estupideces, estimado Luis Antonio, te aclaro nuevamente que lo del otro día en el blog de Krapp fue un error. No era mi intención borrar la respuesta a tu comentario y por eso la he vuelto a publicar. Es más, he escrito una reflexión en mi blog sobre el tema. No me he sentido ofendida en ningún momento por tus apreciaciones, créeme, por favor. Y espero que tú tampoco te hayas molestado conmigo por haber reflexionado a partir de ellas con todo el respeto que tus opiniones y las de todos me merecen.
Mi blog ha estado teniendo dificultades técnicas, no se actualizaban mis entradas en los vuestros y me tenía loca, restándole horas a mi sueño para intentar solucionarlo. Por eso entraba y salía de cuanto escritorio podía para ver qué sucedía al publicar entradas de prueba. Esos contratiempos hicieron que me apurara y pulsara mal un botón, ya que dejé dos reflexiones allí, y creí haberlas copiado y pegado en los lugares equivocados, eso es todo. Ahora me han dicho que no debo usar tanto el método de copiar y pegar desde Word, que también empleaba para redactar mis entradas, porque se desconfigura el blog.
Te invito amablemente una vez más a pasar por mi espacio y dejar tu impresión sobre De estereotipos e individualidades, aún si hemos de acordar en el desacuerdo, no hay problema. Te tengo en la lista de individualidades inteligentes.
Un cordial saludo.
Fer
Lo de la inteligencia es tan relativo que hay definiciones para todos los gustos. Sciascia la define así: “Algo de lo que suelen presumir tantos estúpidos”...
EliminarNo me cabe la menor duda de que todos somos corresponsables de los gobernantes que nos damos.
Ni me he molestado por el susodicho comentario accidentado ni pretendía molestarte en absoluto con el mío. El ejercicio de la crítica, llevado a cabo con respeto y con cierto rigor, no debe molestar nunca. El problema es cuando nos dejamos llevar por emotividades un tanto descontroladas... No es mi caso. Creo.
Pasaré por tu bitácora con la convicción de que aprenderé mucho, Fer.
Un fuerte abrazo
Soy una ignorante LUIS ANTONIO nunca había oído hablar de este hombre tuyo, ni de su libro, graacias. Aunque a mi me parece que su clasificación es demasiado escueta, le faltan las variaciones y permutaciones entre todos ellos... Malvados inteligentes, malvados estúpidos, inteligentes incautos, hasta inteligentes estúpidos buuufff las variaciones son infinitas:))
ResponderEliminarYo creo que una gran mayoría de votantes, ni siquiera son incautos, sencillamente son borregos. Desgraciadamente en este país una gran mayoría vota por pura inercia a los mismos que ha votado tooda la vida, da igual que lo hagan mal o bien... LLegan las elecciones, desempolva su voto de siempre y andando..
Algunos.. muchos, en política son como en el fútbol, del Barça o del Madrid... jueguen bien o mal, ganen o pierdan, da igual, ahí con la bufanda bicolor y la hinchada correspondiente:))
Como dices tú, así nos va.
Muuchos besos y muy feliz semana santa o pecadora...a tu gusto, sea como sea, disfrútala:-)
La clasificación es secundaria. Todas que puedan hacerse serían incompletas... Lo interesante es el ensayo sobre la estupidez. Cipolla nos advierte sobre las consecuencias que acarrea ignorarla...
EliminarIncautos y borregos pertenecen al mismo rebaño. Es cómodo dejarse llevar porque pensar por uno mismo castiga a las neuronas...La comodidad, ante todo.
Sobre el símil que haces con el fútbol te confesaré que soy culé, pero nada fanántico. Ni me quita el sueño ni las ganas de comer...
También deseo que estés teniendo unos días alejada de la rutina. No sé por qué, pero no te imagino descansando con sosiego y cierto grado de laxitud... Por qué será...
Besos, estimada María
De lectura rápida y amena, creo simplemente que ninguno de los dos ensayos tiene desperdicio...
ResponderEliminarEn lo que atañe a Las leyes fundamentales
de la estupidez humana y concretamente a su percepción, más allá del humorismo que desarrolla el autor, me invade una duda sobre las categorías que defiende, pues somos tantos y de leches tan diferentes que nunca conseguiremos ponernos de acuerdo al tildar/tildarnos a uno de estúpido o a otro de malvado, incauto o inteligente...
Un millón de besos, wapetón!!!
Dudo que haya alguien capaz de clasificar a todos los seres humanos en categorías. Se necesitarían tantas como individuos somos...Aunque formemos parte del mismo rebaño que otros muchos...¿eh?
EliminarA ti, sin embargo, te colocaría en una categoría que llevaría este nombre: "Simpáticas y cariñosas"
Otros tantos besos para corresponder a los tuyos, Borraeso
El Séñor Cipolla lleva toda la razón y está de moda por sus lúcidas palabras. Un abrazo Lola
ResponderEliminarOtro abrazo para ti, estimada Lola
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