
La “Bompiani”, como le llamábamos en la Facultad de Filología Hispánica de Barcelona, es una auténtica enciclopedia de literatura que describe, en artículos densos y completos como si fueran pequeñas monografías, las obras y los personajes de la poesía, del teatro, de la novela, de la filosofía, de las ciencias, de las artes, de la música, etc., desde los más antiguos textos didácticos y rituales de Egipto y China hasta las obras maestras contemporáneas. Sólo están ausentes los autores vivos y sus obras. Las enciclopedias, hoy, no tienen más que una marginal función decorativa. El origen de esta obra hay que buscarlo en Italia: Valentino Bompiani (1898-1992), editor, escritor y dramaturgo italiano, fundador de la editorial que lleva su nombre. Bompiani fundó en 1929 la editorial que lleva su nombre. En ella inició, todavía en periodo de guerra, el proyecto más importante que ha caracterizado a su empresa, el Dizionario Bompiani delle opere e dei personaggi di tutti i tempi e di tutte le letterature cuyo primer volumen apareció en 1947; esta magna obra se verá completada con el Dizionario Bompiani degli Autori. La importancia de estos títulos fue reconocida con el patrocinio de la UNESCO y el hecho, más significativo, de que no pueden faltar en ninguna biblioteca del mundo.
Del Bompiani al Rincón del vago, o sea. Tengo algún tomo del Bompiani que reeditaron hace no demasiados años en papel cloro. Pero sigo utilizando mucho mi desbarajada enciclopedia Garzanti, que es como un prontuario del Bompiani. Y en mi atril sigue el tomo amarillento del Casares, por más que la versión digital del DRAE está muy bien. Yo no soy tan pesimista. Cuando me fui a comprar la última memoria de almacenamiento masivo, consulté a un amigo experto para que me aconsejase cuál debía comprar, y él fue muy escueto: "Da igual, cómprate la que quieras, pero cómprate dos". En efecto, el silicio se degrada más que el papiro, y el libro, en fin, es un objeto que no se exige más que a sí mismo, ni red eléctrica ni red wifi ni escáneres ni decodificadores. Mis libros son mi biografía. En ellos están mis huellas, está mi vida. En mi ordenador no hay nada. Cuando se pasa de moda, lo tiro a la basura. Ni se te ocurra desprenderte de ese Bompiani.
ResponderEliminarEstimado Antonio: Nada más lejos de mi ánimo que deshacerme de esos "amores olvidados", pero a veces, lo reconozco, me dejo seducir por alguna de esas "modernidades" tecnológicas capaces de almacenar en sus entrañas bibliotecas enteras. Y como mi piso no da para más, pienso que en el "book" electrónico del futuro puedo encontrar el espacio y la operatividad que las circunstancias actuales me niegan. Pero cuando comparo el placer de leer un libro de papel con el escaso que ofrece la pantalla digital, se me clarifican las cosas...Por ejemplo: mi interés en hacerme con su famoso folletín "FABRICACIÓN BRITÁNICA" en formato de libro clásico se debía a que tengo muy claro que todavía no se ha encontrado una alternativa al mismo. En el fondo, estas seducciones son "flor de un día". El amor auténtico acaba imponiéndose aunque el paso del tiempo amarillee su piel y su aroma pierda lozanía...
ResponderEliminarPor cierto, estoy disfrutando muchísimo con la mencionada obra. Y, además, aprendo. ¿Se puede pedir más?
"...aunque el paso del tiempo amarillee su piel y su aroma pierda lozanía..."
ResponderEliminar¿Consiste la vida en algo distinto de eso? Hay una paradoja extraordinaria en todo este asunto. Las librerías de viejo estaban abocadas a su desaparición hasta que llegó internet. Iberlibro es ahora mi librería favorita, quizá porque una biblioteca reclama eso que Machado reclamaba para la poesía cuando dijo que habría que escribir, sobre todo, lo que no se ha escrito. Pasa el tiempo y en la red compro pocas novedades pero mucho libro viejo, en ediciones hermosísimas y a muy buen precio.
Seguro que sabes lo gratificante es que a uno lo lean. Le tengo mucho cariño a 'Fabricación Británica'. Para mí todavía está húmeda de la fiebre literaria que me movió a escribirla. Ahora soy, me temo, bastante más sombrío. Muchas gracias, Luis Antonio.
Antonio: no me gusta nada que digas que "Ahora soy, me temo, bastante más sombrío". Escribes muy bien y eso es un don que tienes y que te has ganado con mucho esfuerzo. Es muy importante que no desfallezcas porque vale la pena lo que estás haciendo. El reconocimiento ajeno ya vendrá, pero. en cualquier caso, es secundario. Lo que no es de recibo es que tú seas injusto contigo mismo. !Ánimo¡
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